Los Secretos levantan en el Niemeyer a su público de siempre

Abrieron el concierto con 'Volver a ser un niño', un tema que despertó recuerdos entre los asistentes, cuarentañeros y cincuentañeros en su mayoría, y siguieron con 'Solo ha sido un sueño', arrancando palmas y el primer gran aplauso de la noche. Hubo muchos. Álvaro Urquijo y el resto de la banda no fallaron y dieron a sus fieles lo que saben que les gusta: temazos que forman parte ya de la historia musical nacional.

Con 'La calle del olvido' arrancaron los coros del público, que demostró saberse al dedillo también otros como 'Ojos de gata' o 'Quiero beber hasta perder el control'. No dejaron duda de por qué llenan en cada uno de sus conciertos en Asturias, sin importar la cantidad de veces que vengan. Avilés responde en cada ocasión con el mismo entusiasmo.

«Pensábamos que era una pregunta toda, cuál era el secreto de Los Secretos', pero la respuesta la averiguamos con el tiempo, y es el público», confesó anoche Álvaro Urquijo. Y razón no le faltaba. Su conexión fue más que intensa y evidente. Hubo momentos para el regocijo, para l aintimidad y también para el recuerdo. El más emotivo fue sin duda la referencia a Enrique Urquijo, alma del grupo en sus primeros años y a quien dedicaron uno de los temas. «Te veneramos y cada día te echamos de menos, aunque tú no lo sepas', manifestó emocionado su hermano.

No sabían lo que iba a pasar cuando, en 1983 compusieron 'No me imagino cómo podré estar sin tí', otra de las que sonaron ayer en el Niemeyer. «Entonces nos dijeron que no íbamos a tener futuro, y el 84 y el 85 fueron años fatales, pero teníamos un público que nos quería y estaba detrás», recordó Álvaro. Ese mismo público volvió a entregarse ayer en Avilés, pidiendo canciones pa voces para los bises y conteniendo las ganas de levantarse para bailar los temas que se iban sucediendo sin perder el ritmo.

Hubo ayer mucha complicidad y muchas bromas, la mayoría de ellas relacionadas con el avance imparable de la edad, tanto de los propios músicos como de sus seguidores. Todas bien entendidas y aplaudidas. Porque Los Secretos volvieron anoche a no fallar, demostrando sobradamente por qué son de los escasos grupos nacionales capaces de llenar un auditorio después de cuarenta años de carrera. Supieron ofrecer sus temas clásicos con el mismo vigor que entonces, y salpicar el concierto con algunos de los nuevos, que también gustaron a sus fieles. Desataron la locura como en sus mejores momentos con 'En el boulevar de los sueños rotos' y levantaron al público al final con 'Déjame'. Ya no pudieron contenerse más.