«La vida en sí misma nos ofrece una aventura constante»
Manolo Taibo reflexionó en el Aula de Cultura sobre su última expedición en solitario al lago Tinde'e, el décimo más grande del mundo
Si acudimos a la definición de la palabra 'aventura' se explica como «una experiencia de la naturaleza arriesgada en un entorno inestable, cambiante o impredecible». Para Manolo Taibo, esta definición podría equipararse con la vida en sí, ya que mantiene que «la vida en si misma y en todas sus facetas nos ofrece una aventura contante».
De ello dio cuenta ayer en una abarrotada sala del Centro de Servicios Universitarios, dentro del Aula de Cultura de LA VOZ DE AVILÉS, donde junto a Mercedes de Soignie reflexionó sobre su última expedición, la duodécima, esta vez en el lago Tinde'e sobre el que estuvo andando en solitario a través de 130 kilómetros.
La pasión de Taibo por este tipo de 'aventuras' comenzó en 2005 como parte de un sueño de la infancia, que era «recorrer espacios que tenían que ver con la literatura polar». Así lo hizo primero en el campo sur de la Patagonia y posteriormente pasó al norte europeo, pero en sus travesías siempre tuvo en mente un destino concreto, los territorios del noroeste en los que se ubica el lago Tinde'e, el décimo más grande del mundo y el más profundo de norteamérica.
No era un reto fácil, por lo que contar con la logística adecuada «en una actividad de este tipo lo es todo». A bordo de una avioneta, que compartió con tres pescadores, logró sobrevolar el lago y hacer un mapa visual de la ruta que iba a trazar. «La temperatura más baja que tuve fue de 27º bajo cero», recuerda, algo que con el equipamiento y la preparación adecuados resultó «asequible».
Durante estos años Taibo ha sido testigo además del deterioro que deja el cambio climático en algunos espacios, así como del poder y el impacto de la huella humana en muchas zonas. «Hay muchos que hacemos montaña y ya lo podemos apreciar, pero cuando se va a un campo de glaciares la experiencia es más evidente», señala.
Para él, una de las cosas más sorprendente de la expedición fue el clima. «La experiencia ha ido muy bien, muy bien, muy bien porque he tenido una meteorología muy buena, que no había tenido nunca y que es difícil tener por el tipo de espacios en los que estamos y ha sido prácticamente coser y cantar. Los inconvenientes más domésticos que tenemos en estas actividades han sido muy livianos y lo que hice fue disfrutar prácticamente del paso a paso», destaca.
Pero, para Taibo, la aventura no sólo fue física, sino que la llanura blanca que iba encontrando le sirvió como un folio en blanco en el que trazar sus pensamientos, ideas y reflexiones y donde conversar consigo mismo. «La parte más importante es la psicología ante la adversidad y aplicar elementos como la resiliencia, la planificación y gestión de la inteligencia», aseguró. Entre las conclusiones, una clave: «El silencio se oye más que entre la gente».
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