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Díptico de Guzmán y Singapur. Imágenes: Roberto Molinos
Museo Evaristo Valle de Gijón

Dípticos de lo lejano y lo íntimo

El Museo Evaristo Valle inaugura el domingo, 12 de octubre, una exposición fotográfica que enfrenta un pueblo burgalés con el mundo bajo el foco de Roberto Molinos

M. F. Antuña

Gijón

Viernes, 10 de octubre 2025, 07:04

Guzmán es el centro. Y a su alrededor, al norte, sur, este y oeste, el mundo. El mundo entero. Que es en realidad los alrededores ... de este pueblo de Burgos que es el refugio del fotógrafo Roberto Molinos, un viejo amigo de la Fundación Evaristo Valle, que ha elegido el museo de Somió para exponer un trabajo de esos que tienen una larguísima gestación, que van tomando forma y consistencia a medida que pasa el tiempo. Son 40 fotografías, captadas entre 2005 y 2020 que se conforman como dípticos. Son imágenes que aparentemente no tienen nada que ver, pero que sí lo tienen, que dialogan de una manera absolutamente mágica.

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Guzmán Arlés.

En el pueblo burgalés donde tiene la familia casa, este fotógrafo y productor audiovisual con larga trayectoria dispara a una sombra, una luz, un escultura, un penitente o un cordero que va a ser asado. Y en sus múltiples viajes de trabajo por el mundo hace lo propio. De forma independiente fueron surgiendo esas fotos que un buen día él vio la manera de unirlas.

Guzmán La Paz

Lleva desde los años setenta haciendo fotos, publicando y exponiendo este creador que fue el primer fotógrafo que expuso, allá por los ochenta, en el entonces recién nacido Evaristo Valle. El proyecto 'Homo sapiens', que disparaba sobre seres humanos singulares, le ha tenido muy ocupado pero encontró también lugar para 'Guzmán y alrededores', que toma además formato de libro. «A la vez que hacía las fotos de Homo sapiens hacía otro tipo de fotografía, una historia, una mancha, una luz que te llama la atención, hago muchas fotos en este pueblo y un buen día se me ocurrió mezclarlas con otras fotos que hago en mis viajes por el mundo», cuenta.

Guzmán Módena

Ha recorrido el planeta de arriba abajo. América al completo, del Círculo Polar Ártico a la Patagonia, también Asia, Europa... Y resultó ser que Guzmán y el mundo funcionan perfectamente visualmente. Pueden ser paisajes, cosas curiosas que encuentra en el camino y acaba por fotografiar y en la unión halla la belleza y a veces también el disparate. Un ejemplo de fusión que podría parecer imposible y es visualmente apabullante: miren la imagen primera de esta información. A la derecha, una escultura de Jaume Plensa captada en Singapur, a la izquierda un porrón escultórico con sello rural. «Me encontré esa escultura de Jaume Plensa en Singapur, una figura humana y edificio al fondo y me llamó la atención y curiosamente voy al pueblo y el herrero había hecho un porrón enorme con la misma estructura y el mismo estilo que Plensa», cuenta. La conjunción perfecta.

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Guzmán Astaná.

Esos dípticos tienen incluso gracia. Un penitente de semana santa junto a un cartel escrito en cirílico captado en Astaná, la capital de Kazajistán, que anuncia «Terminator». Otra contraposición curiosa: la celebración de la fiesta del cordero por los musulmanes de la ribera del Duero con el festival de fotografía de Arlés, donde el escaparate de una carnicería se torna local de exposición de la carne humana de un fotógrafo que presenta desnudos.

Ese es el juego. Son múltiples en realidad los juegos que propone este creador que demuestra que lo local y lo global conviven a la perfección, que lo exótico y lo cotidiano se dan la mano y que con todo ello se puede construir lo simbólico. Y tiene otra inmensa revelación: «Que el verdadero centro del universo es siempre aquel lugar desde el cual miramos y al que, inevitablemente volvemos». Molinos vuelve a Guzmán. Y vuelve a otra casa, el Evaristo Valle, a que llegó en 1985 y en la que puso en marcha el 'Los visitantes del museo', que permitió enfocar y disparar sobre más de doscientas personas que transitaron sus salas y que tuvo continuidad en 2014 con 'La mirada compartida'.

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