Redescubrir a Piñole
El Museo Nicanor Piñole recibe doce obras de la Colección de Arte Banco Sabadell que complementan el discurso de la exposición permanente
Vuelven a casa. Doce obras de uno de los grandes artistas que dio Gijón a la pintura del siglo pasado, Nicanor Piñole (1878-1978), regresan ... ahora al museo que lleva su nombre procedentes de la Colección de Arte Banco Sabadell –antigua colección del Banco Herrero– donde dialogarán, hasta el próximo 5 de octubre, con el resto de piezas de la exposición permanente.
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Son una prueba «del esfuerzo que hizo en su momento el Banco Herrero por recuperar y hacer una revisión crítica de la pintura asturiana», avanza Lucía Peláez, exdirectora del museo y comisaria de esta exposición que abre sus puertas el próximo martes. «Y en ese contexto, Nicanor Piñole aparece como figura de referencia». Recibir ahora estas pinturas «ofrece la posibilidad de redescubrir piezas de la colección permanente con el apoyo de otras que son clave dentro de su trayectoria artística», explica.
Se trata, por ejemplo, de 'De promesa al Cristo de Candás', una obra de 1918 «que muestra el mismo paisaje de fondo que se ve al salir en la exposición permanente». Dialogan entre ellas, interactúan y ofrecen al público nuevas visiones de un artista que fue clave en la renovación artística que se desarrolló en España a principios del siglo XX. Regresa también 'Estibadores' (1927), una obra que replica el escenario de 'Marineros en el puerto' (1906) y que permite apreciar los cambios que, en el período entre ambas pinturas, había experimentado la ciudad. «Incluso, la transformación de la actividad en el puerto», describe Peláez, pues el pintor retrató desde la pesca artesanal a la industrialización, y en 'Estibadores' «recoge ya la actividad del tráfico carbonero». Y tan brillante como representativa es, también, la 'Danza Prima', una de las romerías características de Piñole. «Y una vista interesante», además, enmarcada en la posguerra, que nos muestra en los Jardines de la Reina a «niños y mujeres sentadas junto a un herido de guerra» y con la torre, de fondo, del palacio de Revillagigedo todavía derruida, «porque se reconstruiría un año después, en el 39».
Imágenes de un Gijón histórico a las que se suma una importante selección de paisajes de montaña, «un género muy bien representado en la colección de arte Banco Sabadell que, sin embargo, entre los fondos del museo cuenta con ejemplos muy contados» y que abarca, además, desde los primeros paisajes hasta los que ejecutaría formando parte del grupo de montaña Torrecerredo.
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Una exposición que viene para complementar y enriquecer el relato del museo, para poder expandir el legado del artista gijonés y trazar una narración a través de sus obras que narra, a fin de cuentas, la historia de un maestro.
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