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La Asturias inédita que retrató Nicolás Muller
El fotógrafo húngaro que se enamoró de Asturias protagoniza una exposición en Madrid que pronto llegará a Gijón y otra en el Bellas Artes en la que salen a la luz las imágenes que aquí captó
MARIFÉ ANTUÑA
Viernes, 30 de abril 2021
Nació en Orosháza (Hungría) cuando arrancaba el siglo XX, en 1913, y murió en Andrín, en Llanes, en 2000, cuando comenzaba el XXI. En el ... camino, una Europa herida por dos guerras mundiales, un mundo cambiante, la vida misma pasando ante sus ojos y ante sus cámaras siempre de negativo cuadrado. Nicolas Muller, uno de los grandes nombres de la fotografía del viejo continente, vivió los prolegómenos de la II Guerra Mundial en su país, pero su origen judío le obligó a emigrar de él para salvar su vida. Italia, Francia, Portugal, Marruecos fueron sus destinos y lugares para disparar su cámara hasta que encontró en España el hogar donde asentarse y montar su estudio. Y también un espacio para descansar, para admirar. Asturias fue ese refugio. Y lo curioso es que lo fotografió muy poco. Porque aquí reposaba, aquí prefería mirar que enfocar. Pero también la captó con mimo y buena parte de esas imágenes, muchas de ellas inéditas, verán la luz en la exposición que inaugurará el Museo de Bellas Artes de Asturias el 17 de junio. Serán 130 las instantáneas que se pongan ante los ojos del público, pero no todas enfocan hacia la tierra que eligió para vivir tras su jubilación. «El Museo ya tenía la carpeta de Muller desde 1992, que se había editado sobre Marruecos, y con la adquisición el pasado año de algunas imágenes, pensamos en hacer una exposición para mostrar la Asturias que Muller conoció la primera vez que vino», relata José Ferrero, comisario de la exposición y que ha trabajado mano a mano con Ana Muller, la hija del fotógrafo. Esa primera vez fue el filósofo y escritor ovetense Fernando Vela quien le trajo y quedó «maravillado». «Se creía completamente incapaz de reproducir la belleza que tenía a golpe de vista, se sentaba frente al Cuera en Andrín y se pasmaba cada día», afirma Ana Muller. De ahí que no se prodigara. «Cuando se jubiló dejó sus herramientas de trabajo a su hija en Madrid y no volvió a hacer más fotos, se dedicó a contemplar Asturias sin fotografiarla», señala el comisario, que justifica así que no haya mucho material. «Inicialmente pensamos en hacer una exposición solo con Asturias, pero no había suficientes fotos. Se expondrán 38, todas de los años sesenta, hay algunas de las que no tenemos fechas y en las localizaciones tenemos dudas porque pensamos que puede haber anotaciones erróneas, de modo que no las vamos a utilizar por temor a equivocarnos», señala Ferrero. Por eso la mirada se amplía en 'Viento Norte', que así se titula la muestra del Bellas Artes, y que apunta también hacia Cantabria, el País Vasco, Galicia y Navarra. Y más allá.
No es sencillo elegir el material a exponer, porque ni siquiera fue fácil dar con él. Aunque el hecho de que se hayan organizado dos exposiciones de manera paralela ha contribuido a facilitar las cosas. Este año se inauguró en Marruecos 'Muller, la mirada comprometida', organizada por el Instituto Cervantes y nacida para girar por las sedes de la institución. Pero por desmanes de la pandemia, que a veces no vienen mal, acabó recalando en Madrid, donde ahora se halla, y tiene un hueco para mostrarse en el Barjola a partir del 1 de julio, aunque será en formato reducido. En esta muestra José Ferrero y Ana Muller se afanaron en recuperar imágenes nunca vistas del fotógrafo nacionalizado español en dos frentes: el archivo adquirido por la Comunidad de Madrid y el que conserva su hija. Hubo incluso apariciones mágicas: «Me estaba jubilando, me puse a hacer limpieza y en un armario encontré una caja de cartón llena de sobres y en ellos ví que había maravillas», relata Ana Muller.
La digitalización de buena parte de los fondos madrileños ayudó y mucho a seleccionar el material. Es muy arduo el trabajo de mirar negativos uno a uno e imaginar lo que mostrarán en positivo. Y en una y otra muestra se «ha sacado lo que no se conocía, esa es la maravilla», señala el comisario, satisfecho con el trabajo y con el éxito que la primera de las exposiciones está teniendo. Al hecho de mostrar estampas desconocidas, se suma el descubrimiento de sus auténticos enfoques. Para los trabajos editoriales, muchas veces se ajustaban sus imágenes, captadas en 4x4 en sus inicios y 6x6 después, a los formatos horizontales o verticales de 35 milímetros y aquí se recuperan cuadrados. «Todas las fotos van en su encuadre total y eso significa que incluso sus fotos conocidas son sorprendentes», anota Ana Muller.
La exposición asturiana, además de mostrar ese norte peninsular, pondrá a Muller en su contexto global. Se presenta su obra en conjunto para mostrarle en todas sus gamas de grises. Y junto a las 81 instantáneas que apuntan al Norte habrá otras 49 que son sus obras más conocidas, algunas de las cuales forman parte de los fondos del Museo de Bellas Artes. La mirada española y la internacional se complementan con un vídeo que está grabando Nicolás Cancio para situar a Muller en el lugar que ocupa en el mundo de la fotografía.
La muestra asturiana en principio no nace con ánimo itinerante, pero la producida por el Cervantes tiene ya destinos fijados: en septiembre estará en Oporto, después irá a Lisboa, Budapest y París. Y seguramente a más sitios.
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