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Una gran orquesta que cuenta historias con la música

La Orquesta Nacional de España encantó al Auditorio Príncipe en un extraordinario concierto con la violinista Ellinor D'Melon como solista

Antonio Hedrera

Lunes, 5 de febrero 2024, 00:47

La Orquesta Nacional de España (ONE) viajó desde Madrid para celebrar los 25 años del Auditorio Príncipe -con el aforo casi lleno- con una extensa ... plantilla que interpretó un exigente programa que incluyó dos sinfonías de compositores franceses del siglo XIX: la 'Sinfonía española' de Édouard Lalo y la 'Sinfonía fantástica' de Héctor Berlioz, precedidas por el preludio del tercer acto de 'Follet' de Enrique Granados. Estuvo dirigida por su principal director invitado de la temporada: el santanderino Jaime Martín, Premio Nacional de Música en 2022 que tras una dilatada trayectoria como flautista se dedica desde hace más de una década a la dirección, siendo hoy el titular de la Orquesta Sinfónica de Melbourne y de la RTE National Symphony Orchestra de Irlanda, así como director musical de Los Angeles Chamber Orchestra.

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Entre los méritos de Martín se encuentra haber estrenado en 2016 -como director titular de la Orquesta de Cadaqués- la versión íntegra semiescenificada de la ópera 'Follet' de Enrique Granados. El concierto se abrió precisamente con una interpretación rica en matices dinámicos del preludio del tercer acto de este drama lírico. Tras un enérgico inicio de resonancias wagnerianas, aparece un motivo recurrente en modalidad menor -que recuerda al de nuestro 'corri-corri'- anunciado por el viento metal, que irá discurriendo con variaciones por el resto de secciones orquestales, convertido en un lírico tema bien 'legato' de tintes melancólicos para finalizar en forma de alegre fanfarria en modalidad mayor.

La 'Sinfonía Española' de Édouard Lalo fue, a diferencia de 'Follet', todo un éxito desde su estreno en París en 1875 a cargo del dedicatario: el virtuoso violinista Pablo de Sarasate. También virtuosa se mostró en su interpretación anoche la violinista jamaicana de ascendencia cubana Ellinor D'Melon, que supo sacar de su Gudagnini de 1743 un sonido brillante, limpio y potente desde el tema que abre el primer movimiento 'Allegro non troppo', plagado de melodías y giros armónicos de inspiración española. En el segundo movimiento 'Scherzando. Allegro molto', los 'pizzicatti' de la cuerda anuncian una jota muy bien cantada por D'Melon, que da paso a una seguidilla. Especialmente bella resultó la habanera del tercer movimiento 'Intermezzo', que no es otra que 'La Negrita' de Sebastián de Iradier. En el cuarto movimiento 'Andante', D'Mellon supo transmitir con sentimiento el tema melancólico que es casi un 'quejío', seguido de unas virtuosas escalas que dan paso al quinto movimiento, un rondó 'Allegro' que bien podría ser la cadencia del concierto, lleno pasajes con carreras de notas rápidas, exigiendo un virtuosismo como el que exhibió D'Mellon, bien arropada por la orquesta.

La ONE sacó toda su artillería -más de 120 profesores en el escenario- para contar con música la historia que Berlioz escribió en su 'Sinfonía Fantástica'. Subtitulada 'Episodio en la vida de un artista', narra en sus cinco movimientos su amor inicialmente no correspondido por la actriz Harriet Smithson, con quien acabaría casándose, después de enamorarse de ella hasta el punto de una obsesión que traslada a la partitura en forma de melodía recurrente a modo de 'idée fixe' que la ONE fue destacando desde su aparición en el primer movimiento 'Ensueños y pasiones' en violines y flauta. Las dos arpas tuvieron un papel muy destacado en el vals del segundo movimiento, 'Un baile'. Un largo remanso pastoral esperaba en el tercer movimiento 'En el campo', donde el corno inglés y el oboe desde el palco del anfiteatro evocaron los sonidos de los instrumentos de los pastores. La percusión supo marcar la 'Marcha al patíbulo' del cuarto movimiento. En el quinto y último, que representa 'El sueño de una noche de aquelarre', la 'idée fixe' se caricaturiza con apoyaturas y trinos, las campanas internas anuncian el tema inicial del 'Dies irae' en los metales, como símbolo de muerte, que se incrementa con el sonido seco 'col legno' de la cuerda. Así, sin voz ni palabras, la ONE fue capaz de contarnos esta historia de amor.

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