«La muerte de una madre es una grieta que no puedes rellenar»

–¿Por qué necesitó escribir sobre su madre y rendirle este homenaje?

–Yo ya había escrito previamente otro libro, 'Los días raros', que era más estilo diario, en el que contaba mi día a día y mi madre formaba parte de él porque tenía una enfermedad degenerativa y le convenía salir a pasear, así que salíamos casi todos los días juntos. Este libro, sin embargo, es muy diferente porque es el primero que escribo sin que ella esté. Empecé a los dos días de morir, cuando ya estaba enterrada en el cementerio de Mieres, y, cuando me ponía a ello, a las cinco de la mañana, era como si, en cierta manera, todavía estuviera con ella. Durante los meses de escritura, yo estaba en un estado de felicidad dentro del dolor porque era como estar acompañado por mi madre todavía.

–¿Es el libro que más le costó abordar?

–No, porque era una especie de alivio en medio de ese dolor tan profundo. Levantarme, preparar el café y meterme en el estudio a recordar y a escribir esos recuerdos de los que ella formaba parte. Algunos son tristes porque la enfermedad y los días de hospital son tristes, pero hay otros muchos que son muy alegres y positivos.

–Dice la contraportada del libro que «nada es tan irreparable como la muerte de una madre», ¿está convencido de que uno nunca se recupera de ello?

–Ha pasado casi un año de la muerte de mi madre y quizá es temprano para contestar, pero sinceramente creo que no. Supongo que el tiempo irá aplacando el dolor, pero creo que es una pérdida irreparable y una grieta que no puedes rellenar con ninguna otra cosa.

–¿Le gustaría creer en un más allá para pensar que se van a reencontrar o que lo está viendo desde algún lugar?

–Pues sí porque yo no creo que exista más allá que este día que vivimos, no creo que haya otra vida más allá de esta. Tengo amigos que, por creencias religiosas o espirituales, piensan que hay otra vida después de esta y a esa gente le reconforta. Creo que en un momento así de duelo tan duro cualquier cosa que te reconforte es válida, pero yo no creo que nos vayamos a reencontrar. Igualmente, mi madre está en mí y todo lo que viví con ella, también.

–Con ese amor y esa empatía que manifiesta usted por ella, ¿qué siente cuando ve el sufrimiento de tantas y tantas madres en lugares como Gaza y Ucrania?

–Un dolor inmenso, porque la enfermedad sabemos que tarde o temprano a todos nos va a llegar y no lo asimilamos o nos cuesta mucho asimilarlo, pero esas madres agarradas a sus hijos o con sus hijos muertos en esas guerras atroces siempre me retorcieron el corazón y ahora que estoy más sensible por las circunstancias, más todavía, es una cosa tremenda.

–Usted suele echar mano de personajes femeninos, ¿qué le aportan que no le dan los masculinos?

–Yo desde pequeño estuve rodeado de mujeres, entonces me siento muy a gusto entre ellas y, a la hora de escribir un relato o una novela, se me aparece una figura que es una mujer y me dejo llevar. Si aparece mañana un hombre, contaré su historia, pero suele surgir la historia y veo una mujer en el centro de ella.

–¿Qué le diría su madre si leyera este libro?

–Creo que le gustaría mucho porque a mi madre le gustaba todo lo que escribía. Este libro le hubiese encantado, desde la propia cubierta en la que aparece ella preciosa con veintidós años, hasta el contenido, que le emocionaría mucho.