«Hacer tanto de malo me permite analizar los mecanismos del poder»
barítono, sumo sacerdote en 'Sansón y Dalila'
Paché Merayo
Martes, 20 de enero 2015, 00:15
Es una de las voces de referencia y también una de las sonrisas de la ópera, aunque se ha pasado media vida, y lleva ya un cuarto de siglo en los escenarios, haciendo de malo. Malagueño del 66, Carlos Álvarez es por quereres un poco asturiano. Mecido entre los aplausos del Campoamor, donde casi empezó su triunfante carrera, vuelve ahora a la tarima asturiana con un rol nuevo, después casi siete años y dos operaciones de garganta. Él que parecía tener todos los personajes ya domados en su repertorio, encara por primera vez al sumo sacerdote de Dagón, en la producción que se estrena el próximo día 28 para cerrar la temporada de Oviedo. La ilusión es enorme y con ella también la tensión.
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¿Recuperado totalmente y preparado para el reencuentro con Oviedo?
Totalmente. La última vez que canté en el Campoamor fue en 2008 y desde entonces han pasado muchas cosas. Volver a Oviedo siempre es un auténtico regalo, que me recuerda una de las mejores cosas de esta profesión, dar y recibir cariño del público.
En 2013 regresa a los escenarios diciendo que parecía estar empezando y que se ponía a la cola. En 2014 estrenó tres roles y ahora un cuarto ¿Está otra vez en cabeza?
Cuando debutas un rol tienes la sensación de estar empezando de nuevo. Y me gusta esa sensación. Te infunde cierta dosis de tensión positiva, cierta sensación de principiante que, a estas alturas de mi vida, me gusta.
En el tiempo en que no pudo cantar decidió enseñar. ¿Le gustó?
Sí, claro, me permitió hacer una lectura interior. Es necesario cuando quieres transferir conocimiento. La oportunidad de acercarme a la enseñanza y dar a la gente que lo necesitaba algo de mi experiencia, de mi conocimiento, fue muy grato. Pero también difícil. Las expectativas puestas sobre mí eran mi altas.
Lo son también ahora ante su interpretación de un nuevo papel dramático. El sumo sacerdote de 'Sansón y Dalila'. Otro malo malísimo para su carrera.
Sí, otro malo. He de confesar que hacer tanto de malo me ha permitido analizar los mecanismos del poder, de una manera que nunca hubiera imaginado. Pero este papel es sobre todo un auténtico bombón. No es muy largo, pero sí de gran intensidad vocal e interpretativa. Además su importancia en la historia es capital. Soy yo quien insto a Dalila a cometer algo que casi es pecaminoso.
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¿Qué me dice de sus compañeros de plantel? ¿Reparto de lujo?
Sí. Skelton es una garantía y haber elegido a la mezzosoprano Nancy-Fabiola Herrera como Dalila un auténtico acierto. Si yo puedo cerrar el magnífico triángulo me sentiré muy bien. Pero la verdad es que no solo es bueno el reparto. Esta ópera es una maravilla. Durante los ensayos estamos viviendo experiencias maravillosas.
¿Cuáles son para usted las virtudes de esta ópera?
Tiene muchas, pero una de las que más me gusta es que me da la posibilidad de utilizar el repertorio operístico como análisis social. Y es que no puede estar más de actualidad el tema de esta pieza. La radicalidad religiosa y la utilización de los elementos de la religión para alcanzar el poder supremo. Se puede trasladar a cualquier época y luego si eso lo adornamos con esa música maravillosa y ese libreto tan bien dotado...
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Por cierto, Carlos Álvarez se ha cortado la coleta, como Sansón.
Sí, me la he cortado como Sansón. Sin embargo a escena saldré otra vez con el pelo largo, porque mi personaje lo necesita.
Decía hace poco el contratenor Phillipe Jaroussky que se necesitaba más poesía y espiritualidad y menos virtuosismo.
¿Y lo dice él? Precisamente los contratenores son el epítome del virtuosismo. Quizá por eso lo diga. La poesía en todo arte es un elemento primordial. Es un valor per se en la ópera.
Ya que hablamos de otros cantantes, ¿qué le pareció la despedida de la Caballé casi sin poder cantar?
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Monserrat es una gran amiga y de esa gente que tiene la necesidad de subir sobre el escenario al que ha consagrado su vida. Yo no sería capaz de hacer lo que hizo. Le tengo un respeto enorme a esta profesión y creo que cuando no pueda cumplir las expectativas abandonaré. Si no puedes cantar debes dejarlo y es mejor dejarlo con el listón bien alto.
¿Sus hijos serán su relevo? Ya cantan en un coro ¿no?
Sí los dos son músicos. Están en grado medio de violín y el mayor, Carlos, de 17 años y 1,88 de altura, tiene voz de barítono. Alejandra, que ya ha cumplido 14, y mide 1'74, está entre las contraltos y las mezzosoprano. Es impactante verles cantar y saber que utilizar la voz les hace felices. Además creo que lo mejor que pueden hacer es iniciarse en una agrupación. Me siento feliz viendo cómo siguen mis pasos y utilizan la voz para entrar en la maravillosa experiencia que es cantar.
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Pero usted no solo utiliza la voz para cantar. También la ha alzado contra lo que le parece injusto. Por ejemplo el IVA cultural.
No puedo con ese tema. El otro día también hablaba de ello Plácido Domingo y es curioso porque él no suele hacer alusiones a estos temas. Yo, como tengo incontinencia verbal, no paro de protestar. Creo que esto de que el mundo de la cultura sea gravado con un 21% de IVA más que una tarea fiscal, parece un castigo por algo que hayamos hecho. Lo lógico sería asimilarnos a lo que hay en nuestro ámbito más cercano. Somos el único país de nuestro entorno que mantiene esa locura de impuesto.
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