Joaquín Achúcarro, en todas las ocasiones
El universal pianista recrea en el cine Fantasio de Navia algunas de las obras que le han acompañado a lo largo de su vida
Universal, referido al músico bilbaíno, no es una metáfora. Orbitando a medio camino entre Marte y Júpiter está el asteroide Joaquín Achúcarro, bautizado así por ... la Unión Astronómica Internacional. Ayer, el pianista planetario regresó a Navia para inaugurar la XXIII edición del Festival de Música Horacio Icasto, pianista, arreglista y compositor argentino, fundador del festival naviego que lleva su nombre. En el concierto de ayer en el renovado cine Fantasio, Achúcarro nos presentó con un recital emotivo y directo su mundo musical más personal por medio de sus queridos «compañeros de viaje». Trece compositores que seguían un orden cronológico en un concierto largo y ameno de más de hora y media de duración.
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La querencia de Achúcarro por Asturias es honda y lejana. En 1953 ofreció su primer concierto para la Sociedad Filarmónica de Oviedo, la ciudad en la que más veces ha tocado después de su Bilbao natal y en la que el próximo septiembre se inaugurará el I Festival de Piano Joaquín Achúcarro. Gracias a la amistad con Francisco Rodríguez y el patrocinio de la Fundación Reny Picot, Achúcarro se convirtió en un asiduo de Navia, villa en la que actuó, con la de ayer, en cuatro ocasiones. La penúltima fue en 2024, con motivo de la celebración de su 92 cumpleaños, con un concierto titulado 'Carta blanca: Algunos compañeros de viaje'. El de ayer, denominado 'Más compañeros de mi viaje', fue como una prolongación del concierto de cumpleaños. Sin un programa previo, Achúcarro fue glosando y tocando las obras queridas que le acompañaron vitalmente y de las que él es un intérprete clarificador.
Presentó al pianista Ángeles Álvarez, productora artística de audiovisuales que trabajó con él. Ángeles dio una semblanza muy directa, subrayando la excelencia unida a la humildad del artista, como también indicó esa cualidad que tiene de trascender la sonoridad del piano de la percusión a un lirismo muy hondo y ligado.
Achúcarro comenzó su viaje con Bach, del que interpretó el Coral de la cantata 'Jesús alegría de la Humanidad' con una claridad polifónica riquísima. Continuó con el 'Adagio' KV 540' de Mozart, una interpretación plena de interrogaciones y de enigmas. De Mozart pasó al 'Intermezzo n. 1 de la Opus 118' de Brahms. Comentó en esta obra ese sentido que tiene Brahms por el que las notas sugieren a las olas estrellándose contra las peñas. De los preludios de Chopin, tocados con muchísima interioridad, pasó a dos preludios de Debussy, 'Niebla' y 'General Lavine', descriptivos como una fotografía. Se adentró en el mundo americano con Gershwin para pasar al virtuosismo de Rachmaninov y al piano nacionalista con el 'Tango' de Albéniz y la 'Danza del fuego' de Falla. Tocó el nocturno n. 2 de Chopin, el nocturno para mano izquierda de Scriabin y otro estudio de Chopin. Todos, amigos de Achúcarro, a los que se suma el público emocionado que asistió a este concierto excepcional.
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