El Valle de la Música se queda en silencio

La sabiduría popular dice que, tras noches de desenfreno, mañanas de ibuprofeno y eso va a ser lo que hoy necesiten muchos de los jóvenes que este fin de semana lo dieron todo en el Riverland. Después de tres días de fiesta, disfrutando en directo de sus artistas favoritos, les tocará desmontar las tiendas de campaña, hacer la maleta y emprender el camino de vuelta a casa, con la mochila llena de recuerdos y de buenos momentos vividos a los pies de un escenario, por el que pasaron las estrellas más brillantes del trap y la música urbana.

Ayer la última jornada del que es además el último gran festival del verano asturiano empezó con Lucigarci, Superreservao y La Blackie. Ellos tres fueron los encargados de calentar motores en una noche, en la que que estaba previsto que las actuaciones se extendieran hasta las siete de la mañana, momento en el que tocaría ir a descansar a la zona de acampada.

Falta les haría a los jóvenes presentes dormir un rato porque ni de día hubo tregua en el prau donde se celebra el Riverland, conocido como el Valle de la Música. Por allí, durante los tres días que duró el festival, los chavales disfrutaron de los baños en la playa fluvial, de la comida que ofrecían las gastronetas y hasta de un autobús en el que se podían hacer un tatuaje sobre la marcha.

Un acto arriesgado el de tatuarse en un festival, pero igualmente fueron bastantes los chicos que se atrevieron a marcarse la piel para el resto de sus vidas, con el objetivo de no olvidarse nunca de una fiesta que deja huella.

Con su final, se acaba un verano intenso, en el que nuestra región disfrutó del Metrópoli, el Boombactic, el Reggaeton Beach Festival y el Aquasella, entre una larga lista de citas musicales, que hicieron que el verano en Asturias fuera un paraíso para los amantes de la música. Por aquí, pasó lo mejor del panorama musical actual y además con una temperatura suave, que es siempre la mejor aliada de los asistentes.