«Los pobres, hoy en día, no tienen conciencia de clase, la han perdido»

-A algún lector le sorprenderá este libro de relatos que suceden durante la pandemia y donde se centra en asuntos cotidianos e incluso el humor está presente.

-He escrito también una novela aún inédita en España sobre la pandemia y la violencia que ha generado en muchas sociedades. En estos relatos he tenido presente a Bertolt Brecht, al que siempre he admirado: él dijo en su día que en todo drama hay escenas cómicas y tragedia en toda comedia.

-¿Cómo pasó usted esta situación y cómo se vivió en su país?

-Durante el día escribía, no me afectó mucho. Lo noté más por las noches, ya que no podía salir a verme con mis amigos. La sociedad griega lo vivió con más responsabilidad de la que habría pensado. El gran problema es que nos ha cogido sin dar un respiro a la crisis que ya arrastrábamos.

-¿Qué ve en común entre ambas crisis y qué le preocupa de la actual?

-Mi mayor preocupación tanto en la crisis financiera como en la derivada de la Covid es la desaparición de las clases medias, han sido las más afectadas. No solo es malo para la economía, también para el sistema político. Esto ha generado situaciones de peligro y con la guerra de Ucrania se han trasladado a toda Europa. Eso es lo que más me preocupa.

-En su anterior libro, 'Ética para inversores', Lambros Zisis llega a decir que la izquierda ha muerto. ¿Usted también lo cree?

-Solo hay que mirar por Europa. ¿Dónde está la izquierda? Melenchon es la única excepción. Es un gran problema porque la llamada democracia liberal es un juego de equilibrio y este se alcanza con una correcta expresión parlamentaria de las diferentes ideologías o extremos, si una parte de esa representación desaparece todo el sistema se desequilibra. No se trata tanto de distinción entre derecha e izquierda como de preservar el equilibrio entre ambas.

-¿Sin referentes las clases populares son hoy más vulnerables?

-En la novela que aún no se ha publicado en España, Zisis mantiene una conversación con el policía Jaritos y le dice: nosotros cuando nos movilizamos no éramos solo la izquierda sino los pobres. Los pobres eran conscientes de que tenían que luchar, ahora eso no sucede, los pobres no tienen conciencia de clase, la han perdido.

-En cuanto a la literatura y el arte, en otros tiempos se creía en su capacidad transformadora de la realidad. ¿A creador con sentido ético solo le queda describirla y cartografiarla con la mayor verdad?

-Lo que ha pasado a la cultura, especialmente a los artistas griegos que son los que yo trato, es que son más propensos a describir no tanto las tendencias generales que puedan afectar a la sociedad sino solo lo que les pasa a los círculos en que ellos se mueven. Los escritores de mi generación y la que vino justo después estábamos especialmente interesados en estudiar y preocuparnos por el impacto de lo que pasaba en la sociedad general y las consecuencias para el conjunto de la población, en cambio ahora parece que en las obras solo importa el destino del protagonista, un único personaje que es un poco trasunto del creador. Sucede también en el cine, el teatro. Es una época muy individualista.

-¿La novela negra sigue siendo una herramienta válida para abordar esas problemáticas?

-En Europa, en muchos países, incluida España, el género negro se ha convertido en una suerte de novela social pero esto no es algo nuevo, muchas novelas decimonónicas empezaban con la historia de un crimen: 'Los miserables', 'Crimen y castigo', los libros de Balzac o Zola, todas utilizaban estos argumentos policiacos como punto de partida para hablar de lo que pasaba en la sociedad. Es lo que hicieron Vázquez Montalbán, Andrea Camilleri, lo que yo mismo escribo. Resulta obvia su utilidad.

-Su comisario Jaritos ha pasado la cuarentena en la pandemia y sigue trabajando. ¿Cómo lo ve usted después de tantos años?

-En mis novelas siempre hay dos historias: el crimen que se resuelve -un relato distinto en cada caso- y la otra es la evolución de la familia de Jaritos en cada novela. La saga empezó con Adriani Jaritos, ahora están su hija, el marido de ella, sus nietos que cada vez se iran haciendo mayores. Todavía quedan historias que contar.