«Es una realidad que los precios suben pero estamos intentando contenerlos»
Eva Rodríguez | Consejera delegada de Hijos de Luis Rodríguez ·
«La gente está cambiando su hábito de compra: acude más veces a la tienda, pero compra menos, va más a por la marca de distribuidores y busca las ofertas»Analiza presente y futuro plenamente consciente de su responsabilidad al frente de la empresa familiar y preocupada por la «cambiante y compleja» situación económica que ... toca vivir. Aún así Eva Rodríguez (Oviedo, 1970) sonríe porque la consejera delegada de Hijos de Luis Rodríguez (Masymas) se confiesa «una persona positiva», al tiempo que se define como una «líder humanista», situando a sus trabajadores -«mi equipo»- en el centro. Son, afirma, 'culpables' en buena parte de que la Asociación Asturiana de Empresa Familiar (Aefas) les haya concedido su tradicional premio anual que recogerá en Siero en octubre.
-En primer lugar, enhorabuena. ¿Qué significa para la familia este galardón?
-Es una alegría y un reconocimiento a la labor desarrollada no solo por la familia sino por todos los trabajadores que han estado y están en Hijos de Luis Rodríguez, y que han hecho este proyecto. Para mi familia la empresa es lo principal y está por encima de todo.
-¿Cuáles son las claves del éxito de Hijos de Luis Rodríguez?
-Trabajo, trabajo y trabajo. Compromiso e implicación. Las tres generaciones tenemos muy claro que tenemos que trabajar por el bien común y por sacar adelante este proyecto dejando aparte egoísmos, egos y demás. También la profesionalización a lo largo de estos años y tener claro el objetivo de nuestro negocios, además de la experiencia que otorgan 90 años de historia, lo que ayuda a tomar decisiones y hacer las cosas con cabeza. Sabemos lo que estamos haciendo.
-Van por la tercera generación. Cada etapa tiene sus vicisitudes. ¿Con qué se queda de cada una de ellas?
-No conocí a mi abuelo, que falleció cuando yo tenía un año, y he vivido más la etapa de la segunda generación y esta tercera. En la empresa no es que seamos solo nuestra familia, sino que también hay mucha familia dentro de la plantilla. Los directores generales, por ejemplo, son la segunda generación. Son etapas muy diferentes y hemos sabido adaptarnos y tomar decisiones adecuadas para salir adelante en todas ellas. Me quedo con el emprendimiento de mi abuelo y abuela en aquellos tiempos de guerra y postguerra, ¡ole tú! De la generación de mi padre he vivido su dedicación de sol a sol, su intenso trabajo para asentar el negocio, y abrir nuevas rutas comerciales. Y con la tercera generación ha sido la expansión definitiva. Coincidió que nos hicimos en el año 92 con los supermercados los Tulipanes en el año 92 y comenzó la profesionalización. Mi padre y mi abuelo lo hacían todo (compraban, despachaban, vendían...) y nosotros adquirimos un tamaño. Tres etapas, tres momentos: crecimiento, expansión, profesionalización.
De la tienda de ultramarinos a una compañía de casi 1.800 personas
Cuando Luis Rodríguez y Macrina Cuervo abrieron en 1932 la tienda de ultramarinos en la calle Doctor Casal, poco se podían imaginar que en 2022 la tercera generación de la familia llevara las riendas de una compañía que ronda las 1.800 personas. O sí. Porque aquellos emprendedores de la época llevaban en el ADN una pasión por el negocio que ya llega a sus nietos. Cinco trabajan en la empresa y cuatro forman parte del consejo de administración que preside, a sus 80 años, uno de sus hijos: Juan. El compromiso familiar se asienta en la continuidad y crecimiento de la compañía en manos de las siguientes generaciones. Por eso, desde 2018 dispone de un protocolo de sucesión, a través de Garrigues, con dos puntos clave: el análisis de los escenarios de continuidad y el diseño del plan sucesor de la familia conforme al plan estratégico empresarial y la elaboración de un protocolo familiar. Hijos de Luis Rodríguez facturó el año pasado 224 millones de euros. Cuenta con 53 supermercados, cuatro Cash&carry, y 72 franquicias. La compañía desarrolla desde 2014 una línea de exportación en continuo crecimiento que supera ya los 600.000 euros al año, siendo uno de sus principales destinos la República Dominicana.
-¿Cuáles son los retos a corto y medio plazo?
-Hacer las cosas bien para ganar cuota de mercado y seguir creciendo, siendo competitivos en un sector ya de por sí muy competitivo. La estrategia es seguir creciendo orgánicamente con una o dos aperturas de MasyMas al año. Para este hay previstas una en Gijón y otra en Oviedo, y con entre una y tres aperturas de franquicias al año (llevamos una y esperamos abrir otras dos de aquí a final de año). Hay cuatro supermercados en León y también franquicias en Galicia, Cantabria y Castilla y León. Nuestro plan es expandirnos como una mancha de aceite. Es bastante complicado y vamos despacio. Como todas las empresas familiares, tienes que poner sobre una balanza lo que te juegas e ir un poco a poco y sobre seguro. Hay que medir bien los riesgos para seguir adelante.
-¿Tienen un tope para crecer?
-Nuestro proyecto no es fijarnos un número. Se trata de ser conscientes de que tenemos que cuidar la empresa y seguir creciendo con cabeza, hasta donde el destino nos lleve. Me gustaría que la cuarta generación siguiera esa línea. Mis hijos son pequeños, pero les hablo bien de la empresa. Mi padre siempre me habló bien de ella, pero yo veía su sacrificio, su trabajo de sol a sol. Mis hijos no ven eso, porque aunque nosotros trabajamos mucho, el esfuerzo de mi padre por esa continuidad no es lo mismo con este tamaño y esta manera de organizarnos. Por eso les educamos para que lo vean así, que somos grandes, pero que esto conlleva mucho trabajo y constancia.
-¿Están notando esa falta de mano de obra de la que alertan otros sectores?
-En nuestro sector, llevamos notando desde 2020 que tenemos falta de profesionales en el oficio de carnicería y pescadería. Y ahora algún puesto muy puntual de análisis de datos.
-¿Por qué creen que sucede?
-No se si es que la sociedad no lo ve como trabajos atractivos. Notamos en las entrevistas de trabajo que mucha gente no quiere trabajar de sábado y otros solo quieren turno de mañana. Lo que estamos haciendo para suplir esos puestos es hacer cursos propios de formación entre el personal. Además, llevamos muchos años trabajando el turno de horarios para que sean rotatorios y adoptando medidas de flexibilización, pero el tema de los sábados cuesta.
Contención
-La inflación está desbocada y la cesta de la compra es una de las culpables de la subida. ¿Cómo lo están viviendo y sufriendo?
-Desde el último trimestre del año pasado ya estábamos viendo la subida de ciertas materias primas. Y luego con la guerra de Ucrania, la subida de los combustibles... todo suma. Es una realidad que están subiendo los precios de los productos, los costes, las tarifas,. Está desbocado y no se ve que esto vaya a parar. ¿Qué estamos haciendo? De todo un poco. Se está repercutiendo, no todo porque nuestros márgenes son más estrechos que el año pasado. Pero tenemos que intentar estar en línea con el mercado, que es un sector muy competitivo y no te puedes desmarcar. Hay una contención de precios pese a la subida, quitarnos nosotros de nuestro margen.
-¿Han notado cambios en los patrones de comportamiento de los consumidores?
-Sí, la gente está cambiando mucho el hábito de compra, aunque intentamos contener hasta donde podemos, porque hay que ser responsables, mantener el valor, y tampoco podemos vender bajo coste. ¿Qué estamos viendo? Que el tique de la compra del consumidor baja, pero aumenta su frecuencia. Va más veces al supermercado, pero compra menos. Además, compran más productos de marca de distribuidor que de fabricante -en 2021 la marca de distribuidor pesaba un 38% y este año ya llega al 40,9%-. Otro cuestión es que cuando entra en la tienda busca mucho la oferta. Mira más los catálogos antes de ir a comprar y van preparados sobre lo que quiere coger.
-La pandemia supuso un auge para la compra 'on line'. ¿Llegó para quedarse?
-Es cierto que con la pandemia se multiplicó, pero la venta 'on line' en nuestro sector ronda el 2%, por lo que al final estas hablando de que es un porcentaje muy pequeño. Nosotros estamos haciendo inversiones ahí porque tenemos margen para hacer las cosas mejor, pero nuestro foco principal está en el punto de venta físico. Queremos que nuestras tiendas sean aptas, cómodas, y atractivas. En nuestro sector va a aguantar mucho lo presencial. Crecerá algo más lo 'on line', pero nunca va a llegar a cifras de dos dígitos. A mí me gusta ir a ver las novedades.
-¿Es usted de las que se patea los supermercados?
-Me gusta mucho. Más del 50% de mi trabajo es estar con la gente. Al año me los recorro todos y desde el año pasado todo el equipo directivo pasa por todas las tiendas. Es primordial. Los trabajadores son para nosotros fundamentales. Y aunque hay muchos canales de comunicación interno, el cara a cara es esencial. Tienes que generar la confianza y la empatía para que te transmitan sugerencias. Y trabajamos sobre ellas. De ahí salen los proyectos como las zonas de descanso. Se evoluciona en función del perfil de cliente y son los que están en las tiendas los que nos transmiten esas necesidades.
-Volvemos a la situación general. Se augura un otoño difícil. ¿Hay miedo o respeto por lo que pueda venir?
-Es todo tan cambiante y tan complejo, que ya estamos preparados para todo. Mi padre que vivió épocas difíciles me dice, «hija no te preocupes yo viví inflaciones mayores que ésta, hay que estar preparados, hay que adaptarse, pero esto va a pasar». Pero mientras pasa y no, lo sufres, te preocupa. Pero lo que ves en la calle ahora es un gasto y una alegría, que contrasta con esa previsión de que se va a acabar en septiembre. Y a nivel personal no entiendo por qué se tiene que acabar en otoño. Todo esto viene de los ahorros de estos dos años anteriores, ¿qué los van a gastar todos en julio y agosto? Supongo que durará más tiempo.
-Entonces no lo están notando aún.
-Hay mucha gente que compra en supermercados. Sale a tomar algo, pero luego vuelve a casa a comer o cenar. No notamos tampoco crecimientos muy altos, porque con la inflación podíamos subir mucho si la gente compra mucho, pero al final estamos creciendo, porque la gente está conteniendo en otras casos. Quizás sigue así la tendencia en invierno.
-¿Ve usted al tejido empresarial asturiano preparado para afrontar lo que viene por delante?
-Soy una persona positiva por naturaleza, y aunque es verdad que hay sectores que van a sufrir más que otros, la profesionalidad del empresario asturiano refleja que tomará las medidas adecuadas para aguantar el chaparrón o lo que tengan que lidiar y seguir adelante.
-Una pregunta que les suelo hacer. Hablemos de fortalezas y debilidades de la región para fomentar el crecimiento empresarial.
- En las comunicaciones, seguimos cojeando muchos con las conexiones aéreas, aunque se anuncia a bombo y platillo nuevas rutas, ir a Madrid y Barcelona es una odisea. Yo que tengo que ir una vez cada dos meses a Barcelona a una reunión a las once de la mañana, tengo siempre que dormir la tarde anterior porque no hay una conexión a Barcelona a primera hora. Me parece increíble. Y a Madrid hay las contadas. Luego está el tema del AVE, que para que es una realidad que llegará aquí el año que viene y es fundamental. Y en el ámbito de las infraestructuras, es importante también la reducción del peaje del Huerna para nuestros camiones. Lo ideal, eso sí, sería que lo suprimieran. Sería mas competitivo.
-¿Hablamos de fiscalidad?
-El sistema fiscal, el impositivo nos penaliza con respecto a otras comunidades. A mí me gustaría que no hubiera esas diferencias. De hecho parte del empresariado asturiano está viviendo en Madrid y se están conduciendo proyectos a otras regiones. A buen entendedor... No lo veo justo.
-¿Sufren también la maraña administrativa?
-Depende mucho de los ayuntamientos. Hay diferencias importantes entre municipios. Unos lo hacen muy bien y son ágiles, pero otros tienen que ponerse las pilas.
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