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Roberto González, a la entrada del nuevo restaurante El Dólar. MARIO ROJAS

Roberto González. Hostelero

«Las paredes de El Dólar guardan mucha vivencia y felicidad»

El emblemático café ovetense reabre convertido en restaurante a manos del hostelero luanquín Roberto González

Sábado, 22 de junio 2024, 02:00

En 1895, en el número 2 de la plaza Porlier de Oviedo, El Dólar abrió sus puertas. Las cerraría en 2018, más de un siglo después, convertido en testigo y cómplice de infinidad de tertuliones, reuniones, encuentros fortuitos y recuerdos que perduran. La ciudad sintió la pérdida, motivada por la jubilación del dueño. No pocos sentían que ese bar, con nombre de extranjera moneda, era tan ovetense como la calle Uría, los adoquines o las farolas con múltiples brazos. Ahora El Dólar está de vuelta. Regresa en su ya histórica ubicación y con idéntico nombre, pero transformado en restaurante que no olvida sus orígenes. Desde las ocho de la mañana se suceden los pinchos, los cafés, las comidas, los tardeos e incluso las copas. El artífice es Roberto González.

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–El Dólar vuelve a Oviedo.

–Es un establecimiento emblemático y con un gran vínculo con la ciudad. La gente le tiene muchísimo cariño, por eso decidimos mantener el nombre, porque la gente se siente muy identificada. Estas paredes guardan muchas vivencias y mucha felicidad.

–¿Cómo se gestó el proyecto?

–Me dieron la opción de coger el local y yo hacia tiempo que buscaba abrir en Oviedo. La ubicación es perfecta, pasa mucha gente y Oviedo cada vez está mejor. Se acabó la estacionalidad, siempre está llena, incluso en verano, mientras antes se vaciaba. Es una ciudad estratégica para crecer y ampliar nuestros negocios.

–Viene de Luanco y de una familia hostelera...

–Allí tenemos La Ribera. Desde niños estuvimos muy ligados a la hostelería porque nuestros padres tenían un bar en Avilés y tanto mi hermano como yo nos hemos dedicado a estos.

–¿El Dólar será lo que era?

–Hemos dado un giro, apostamos más por la línea de la restauración, pero abriremos todo el día porque la gente nos lo demanda. Tenemos muchos amigos de Oviedo y cada vez que decíamos que abriríamos El Dólar, llegaban las anécdotas: «Siempre desayunábamos ahí el pincho de tortilla de la que ibamos a trabajar, cuántas tardes con niños corriendo por las calles peatonales mientras nosotros tomábamos algo...». El copeo también nos ha caído un poco de rebote por el efecto del Mala Saña.

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–A los fogones, Iván Villar.

–Apostamos por una cocina moderna anclada en lo tradicional. Sin salirnos de lo clásico, apostamos por presentaciones cuidadas, por el buen trato de la buena materia prima. Trabajamos con el horno, a la brasa y estamos especializados en pescados y carnes.

–¿Qué más encontraremos en la carta?

–Algunas de nuestras especialidades, los callos de bacalao, la fabada, el salmón a la piedra o la ensalada d El Dólar, parecida a la rusa pero con un toque personal, tortilla de bacalao...

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–¿Traerán platos de Luanco?

–El arroz a la Ribera, por ejemplo. Cuando se celebre el festival del bonito queremos trasladarlo aquí, o las calderadas en las fiestas del Socorro. Traer poco a poco la tradición de les llámpares...

–Un Dólar renovado, también en la estética

–Ahora es un local diáfano, ya no existe El Dolarín. En su lugar hay una cocina a la vista y tiene un aire más moderno. Hemos descubierto una pared de piedra, pintado el techo de negro, incorporado un suelo de madera que es un encanto... Lo hemos decorado con la colaboración de Dani Pando.

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–¿El nombre era innegocible?

–(Interviene su mujer) A mi marido le gustaba muchísimo pero el detonante fue la frase de una amiga: «¿Qué te parece si me planto en Gijón en La Escalerona y pregunto, ¿qué nombre le ponemos a un restaurante aquí?». Estaba clarísimo, había que dejarlo.

–Dos semanas abiertos. ¿Cuáles son las sensaciones?

–Muy buenas, El Dólar tiene mucho tirón y Oviedo tiene muchas ganas de recuperarlo. Es emblemático, a la gente le daba mucha pena que estuviera cerrado. Los clientes vienen , se sorprenden y dicen, «¡Qué alegría!». Queremos ofrecerles buena comida, un buen servicio y una oferta amplia. El sitio ideal ya lo tenemos.

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