Bárbara Pereira, pastelera de La Gloria en Mieres: «No concibo la pastelería sin azúcar, es la base, la diferencia está en las calidades»
La turonesa 'heredó' un negocio abierto en los 50 donde conecta la memoria dulce asturiana con la técnica francesa aprendida en Gijón
Bárbara Pereira (1994) tiene muy claro lo que quiere y el camino para conseguirlo. Siempre ha sido así, desde que vio que lo suyo era la pastelería y supo que no quería irse de su Turón natal. Hace poco más de un año 'heredó' la pastelería La Gloria, donde conecta la memoria llambiona asturiana con la técnica francesa. Su buen hacer le vale ya un solete en la guía Repsol y adelanta que su próximo objetivo es «empezar a hacer envíos a escala nacional este año».
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–¿Dónde empieza su camino?
–Mi padre es cocinero. Yo sabía que se me daba mejor el dulce que el salado, pero no tenía muy claro qué hacer y él me recomendó tirar por cocina porque me abría los dos campos y podría decidir luego. Así que estudié Dirección de Cocina en el IES Valle de Aller, donde el enfoque va mucho más hacia lo salado, pero bueno, yo me busqué un poco la vida.
–¿Cómo?
–Quería hacer las prácticas en Pomme Sucre, en Gijón, y lo conseguí. Después me quedé un año trabajando y aprendí los conceptos más importantes; tengo claro que lo que hago en esta pastelería es por la escuela de Julio.
–¿Cuándo decidió que quería volver a casa?
–Siempre lo supe. Soy de Turón y no quería irme a otro lado. Es más, desde que decidí que el dulce iba a ser mi camino pensaba en esta pastelería (ríe). Conocía de toda la vida a los dueños, nunca había hablado con ellos al respecto porque no sabía cómo iba a ir la vida, pero cuando supe que el dueño, Julio, se jubilaba, vine corriendo a hablar con ellos. Tenía miedo de que alguien se me adelantara y me rompiera los esquemas.
–¿No se lo pensó dos veces?
–Vengo de familia de autónomos y sabía que quería trabajar para mí. La capacidad creativa que tienes siendo tuyo el negocio es diferente. Por entonces estaba trabajando en Flor de cacao, en Mieres, donde estuve dos años hasta que en 2024 abrí esto con mi pareja, que me apoyó en todo y ahora trabaja conmigo en el obrador.
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–Cogieron el testigo de un negocio con historia...
–Sí, una pastelería que abrió Florentino Luengo Fernández en los años 50 y con el que aprendió Julio. Desde entonces nunca ha estado cerrada, ahora la tenemos nosotros y María Jesús, la mujer de Julio, nos acompaña en la tienda. En total somos dos en el obrador y dos en la tienda.
–También hereda la clientela, pero que quizá trae una idea del negocio. ¿Qué hacer: mantenerla o cambiarla?
–Yo soy de ideas fijas (ríe). Sabía lo que quería, pero no cómo iba a ser el camino para llegar. La idea era mantener en parte la línea clásica que había, pero cambiando la materia prima por las marcas que yo quería trabajar –el chocolate valrhona, por ejemplo–, y yendo más al detalle en la elaboración, más al estilo francés. Y también ir metiendo poco a poco una línea de innovación. Lo primero que hicimos cuando abrimos fue darle un lavado de cara al negocio para que se viera que lo que había no iba a ser lo que hay, y la propuesta tuvo tan buena aceptación que se vendía más lo nuevo que lo de siempre, así que fuimos tomando nota y entonces La Gloria cambió a lo que es hoy, que sigue habiendo clásicos que a todo el mundo le gustan, como petisú, milhojas y tarta de almendra, pero también tiene mucha más variedad de semifríos, palmeras, cruasanes...
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–¿El cliente es de la zona?
–Al principio fundamentalmente. Los primeros quince días no nos lo creíamos, pero a mediodía se acababa todo, y claro, era por la gente de aquí. A día de hoy cada vez vienen más clientes de fuera, aunque el local es muy importante en el día a día.
–No hemos hablado de la tarta turonesa.
–(Ríe) La crea a finales de los 80 Florentino y son Julio y María Jesús los que le dan impulso. Empieza a ser conocida realmente a principios de los 90 cuando se empiezan a hacer las Jornadas del Pote en Turón porque empieza a ser el postre típico. Es una mousse de avellana con yema requemada. Se parece a la gijonesa, son tartas de esa época, muy fáciles de comer y que gustan a todo el mundo. Es la tarta más vendida sin duda y la receta verdadera solo la tenemos Julio y yo.
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–¿Qué opina del azúcar?
–No concibo la pastelería sin azúcar. Mis pasteles lo llevan porque es la base, pero también buen producto y buen proceso de elaboración. No hay nada de quinta gama en La Gloria, mis purés de frutas lo son al 100% y creo que ahí está la calidad. Viene mucha gente preguntando si hacemos productos sin azúcar, pero no, lo único que tenemos así es la empanada. Es verdad que la pastelería actual no es tan dulce como antes.
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