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MARISA PAREDES ACTRIZ

«No voy de diva, sólo me protejo como todos los grandes tímidos»

La actriz recibe hoy en la clausura del Festival el Premio Nacho Martínez: «Me siento muy orgullosa y lo pondré en uno de los mejores sitios de mi casa»

M. F. A.

Sábado, 1 de diciembre 2007, 10:12

Es una de las grandes del cine español. Una «diva cercana» -en palabras del director Arturo Riptstein-, una de esas actrices con voz de actriz, con gesto y maneras teatrales a la que el cine le ha dado la popularidad. Marisa Paredes (Madrid, 1946) pasea su elegancia innata por Gijón a la espera de recibir esta tarde, en la ceremonia de clausura del Festival de Cine de Gijón, el Premio Nacho Martínez.

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-¿Qué supone el galardón?

-Para mí es un gran honor, y no lo digo por cumplir, que hayan contado conmigo para este premio que siempre ha estado en mi corazón.

-¿Qué recuerdos tiene de Nacho Martínez?

-Le conocí antes de trabajar con él: con esa voz maravillosa, y esa belleza que tenía de hombre elegante, alto, bello por dentro y por fuera. Era una persona maravillosa. Recuerdo su trabajo en 'Matador' y también 'En el olivar de Atocha', que era una serie de televisión de esas que ya no se hacen. Era un lujo trabajar con él, porque trabajando es como se ve realmente cómo es alguien: la generosidad, la bondad... Y cuando habló de generosidad me refiero a lo que tú das al otro, toda tu pasión y disposición que hace que éste se crezca y tú también lo hagas. Nacho era así, hacía todo lo posible para que te llevaras bien en la vida y siempre tenía una palabra amable. Por lo tanto, el Premio Nacho Martínez es algo de lo que me siento muy orgullosa y lo pondré en uno de los sitios mejores de mi casa.

-Ya que estamos con las ausencias, también es obligado hablar de otra, ésta más la reciente, la de Fernando Fernán Gómez, con quien usted tuvo una relación personal muy especial.

-La tuve. Era la primera persona que yo conocía en esta profesión, que daba la talla dentro de mi fantasía para lo que yo quería en ese momento.

-¿Y qué quería en ese momento?

-Un padre, un pigmalion, un ser que me pudiera descubrir cosas, al que yo pudiera admirar, que pudiera querer, que me acogiera en sus brazos después de mucho tiempo de estar... no sé si sola, pero sí vagando por ahí un poco a mis anchas. Y eso fue Fernando para mí.

-¿Y qué era para los demás?

-Una persona entrañable, con un carácter fuerte, con un sentido de la libertad absoluto, que dirigió películas extraordinarias, obras maravillosas. Era un genio, un maestro y mil cosas más, un poeta estupendo, un director y actor de teatro... Estará vivo siempre.

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-El mismo día que se velaba el cuerpo de Fernán Gómez en el Teatro Español se aprobaba en el Congreso la Ley del Cine. Él es la gran pérdida, ¿qué tiene de gran ganancia la norma?

-La gran ganancia es que haya una ley. Es difícil hacer una norma que contente a todo el mundo, pero es evidente también que aunque haya posiciones enfrentadas hay que llegar a un consenso porque si no no podemos seguir. Había una cosa fundamental que era subir el presupuesto de subvenciones dedicadas al cine español y luego era clave que se reconociera el derecho intelectual de los actores. Los músicos, los guionistas tenían una parte, pero no los actores, pero ese derecho se ha reconocido ahora. Se ha apoyado también la inversión en producción y se han obligado a una serie de cosas a las compañías multinacionales, porque aunque hablemos de ello todos los días, la gente tiene que entender que no son una entelequia, no.

-Porque el cine americano sigue estando omnipresente.

-Sí, una de las cosas que ha sacado la ley adelante es la obligación que tienen todas las televisiones, tanto privadas como estatales, para producir un determinado número de programas y series dramáticas españolas. Eso en cine se traduce en una película europea por tres americanas.

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-Ese cine, el americano, sigue siendo el que tiene más público.

-Es que no hay suficiente curiosidad de un público que espero que en el futuro tenga más interés respecto al cine que se hace en todo el mundo a excepción del americano.

-Al margen de las leyes, está el talento. ¿De eso cómo andamos los españoles?

-Yo creo que en este país se están haciendo cada vez mejores productos. Es decir, el producto en general es impecable: la manera digamos técnica de hacer de los directores de fotografía, de arte, los propios directores, los guionistas... A mí me parece que en este país hay muchísimo talento, y la prueba está en que hay muchísimos directores de primeras obras, 'El orfanato', entre otras, que están teniendo un nivel altísimo. Creo totalmente en este trabajo, en la gente que está saliendo y los que ya había antes. Ojalá el nivel del público fuera la respuesta a ese cine tan interesante. Hay historias muy diferentes, gente que tira hacia un estilo más americano, hay otros que van hacia cosas más personales, más íntimas....

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-Y, como en la Academia del Cine, cada vez más mujeres.

-Mujeres en este país cuando yo empecé había una haciendo cine, Ana Mariscal, y después llegaron Josefina Molina y Pilar Miró. De repente hay ocho mujeres directoras, lo que cambia la manera de contar historias, hace que tengamos distintos puntos de vista.

Supersticiosa

-Dejamos el cine en general y vamos con usted. ¿En qué anda metida? ¿Cuándo la veremos de nuevo en pantalla grande?

-De esto, como es una superstición, no pienso decir nada, porque si no no sale. Tengo un proyecto de teatro y otro de cine y ambos están sin firmar.

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-¿Serán papeles dramáticos? Porque tiene usted cierta querencia hacia ese lado de la escena.

-Desde pequeña era una persona con bastante más sentido de la tristeza que de la alegría. Además mi vida no ha sido especialmente cómica, ni la mía ni la de nadie en los años cincuenta, era un horror este país, de oscuro, de doloroso... Ese sentimiento de una forma u otra me salía a mí y por eso he tenido siempre más tendencia al drama. La comedia ya hace tiempo que puedo hacerla, pero los productores siempre se asustan y los directores nunca te ven. Aunque esto está cambiando y empiezan a llegarme personajes que tienen su parte de comedia y eso es algo que yo agradezco.

-Una curiosidad, ¿cómo se lleva eso de que la consideren una diva fría y distante?

-Yo creo que puedo tener un algo de diva y distante, en la medida en que los papeles con Almodóvar han sido así. Los trabajos con él han sido los que más se han visto y han podido catalogarme como tal. Hay un personaje ahí, Becky del Páramo, que ha ido creando esa imagen en el imaginario de la gente, pero también eso sucede porque al público le gusta que haya divas: eres como lo que ellos no son, toda esa leyenda. A Arturo Ripstein, con quien hice 'Profundo carmesí' y 'El coronel no tiene quien le escriba', en una entrevista la preguntaron sobre mí y él dijo: 'sí, es una diva, pero es una diva muy cercana'. Y eso me encantó, porque realmente yo no voy de diva para nada, lo que sí tengo es una cierta protección con la gente que me hace parecer fría. No sé, al distanciarme a veces lo que hago es protegerme, como todos los grandes tímidos.

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