Culinos de récord

La tarde anunciaba sol. Poniente, lugar del desafío, resplandeciente. Familias tomando algo en el Chigre de la Sidra, transeúntes disfrutando de un helado mientras observan la bonita perspectiva que ofrece Gijón con el cerro Santa Catalina al fondo y el puesto de venta de vasos para conseguir el objetivo, a punto. Todo preparado para asaltar un récord, el de escanciado simultáneo, que desde hace quince años se supera en cada Fiesta de la Sidra. Esto quiere decir que la sidra gusta. Y mucho. Y no solo en Gijón, porque cada vez son más los asturianos que se suman a la celebración.

El récord de escanciado simultáneo es la actividad que más curiosidad despierta en los forasteros. Miles de personas, botella en mano, dejando caer el líquido en un vaso que está casi a un metro de distancia. La estampa es, cuando menos, curiosa. Y muy vistosa. Además, en Gijón se le da la importancia que se le tiene que dar a algo que es una seña de identidad astur. Un gesto que nos identifica ante el resto de España. Alguien que sabe muy bien lo que significa este récord es Herminia, que no se ha perdido ni una de las 16 ediciones. Este año ha sido la primera de muchos en ponerse a la cola para acceder a la playa; cuenta que «es increíble la diferencia de gente que había en el año 1999 -primera edición, con 2.104 participantes- con la que viene ahora». Ayer fueron 8.448, cuatro veces más.

Todos los que participaron ayer en este escanciado masivo acudieron vaso en mano y, algunos, con su propia botella. El goteo de gente fue constante durante dos horas y media; familias enteras, grupos de amigos, parejas... fueron llenando el arenal de Poniente. Pasado un tiempo, la estampa era parecida a la de la noche de San Juan: ni un palmo de arena por cubrir. El cielo mostró su respeto ante tal acontecimiento y no descargó agua. Algo esencial para poder superar un récord al aire libre en el que la participación ciudadana es básica.

Montañas de cajas de sidra y la Banda de Gaitas Noega que no dejó de entonar su repertorio en ningún momento. El sentimiento de asturianía estaba a flor de piel. Y no hacía falta ser asturiano para comprender lo que ayer se vivió. Turistas llegados desde Francia, Bélgica, Reino Unido... no dudaban en posar para las cámaras botella de sidra en mano. Para ellos, escanciar era secundario. Lo significativo era la sonrisa con la que bajaban hasta la arena. Entusiasmo por formar parte de algo en lo que participa toda una ciudad y que no se ve en ningún otro lugar del mundo.

Pasadas las nueve de la noche, el 'speaker' que amenizaba la tarde anunció lo que la gente estaba esperando: «8.448 botellas escanciadas a la vez. ¡Hemos vuelto a batir el récord! , y encima capicúa». Cifra fácil de recordar para intentar batir este registro el próximo año.

Pero no todo fue escanciar y beber. Por la pasarela que daba acceso a la playa se podía ver a gente con empanadas, tortillas, ensaladilla... Se trataba de pasar la tarde disfrutando de la fiesta y que no faltase de nada. Un hermanamiento de casi nueve mil personas, poniendo cada una su granito de arena -en este caso, una botella de sidra-. Jóvenes y no tan jóvenes demostraron que el escanciar no tiene edad. Aunque se podía ver a veteranos enseñando «a la juventud» cómo se echar un buen culín. «Lo más importante ye que la parte ancha del vaso esté hacia arriba», bromeaba uno.

Entre risas y con la satisfacción de haber superado de largo la marca del año anterior, la multitud se dirigió hacia el Chigre de la Sidra. Más de veinte palos de sidra y la actuación de la orquesta Waykas pusieron el broche de oro a una jornada en la que Gijón volvió a superarse a sí mismo.

Satisfacción y responsabilidad, ya que cada año será más complicado batir un récord que el último viernes de agosto pone a prueba el compromiso de los gijoneses con su festival de la sidra y con la cultura asturiana.

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