Una cría de emú saliendo del huevo tras romper el cascarón.

Un trozo de Australia en el parque

Nacen tres crías de emú y aún quedan 18 huevos que eclosionarán este mes

M. MORO

Viernes, 13 de enero 2017, 01:37

Enero es el mes de los emúes en el parque de Isabel la Católica. En estos primeros días de 2017 han nacido tres crías y aún quedan por eclosionar 18 huevos. Los polluelos que ya han salido del cascarón -tienen cuatro días- y los que lo harán durante las próximas semanas son todos hijos de Paca y Pancho, la pareja adulta residente en el núcleo zoológico gijonés de esta especie de ave no voladora originaria de Australia que, por tamaño, es la segunda más grande del mundo después del avestruz.

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Los recién nacidos permanecen sus primeras horas de vida en una especie de incubadora donde comen de todo: hierba, lechuga, manzanas y hasta 'gusanitos'. Se trata de unas jaulas más pequeñas, fuera de la vista del público, con lámpara de calor. Cuando adquieren cierta talla los pasan a una jaula del aire libre dentro de la pajarera del parque y durante el tiempo que permanecen en ella se convierten en el centro de atención. De adultos llegan a pesar entre 45 y 50 kilos.

El responsable del cuidado de la fauna del parque, José Luis García, está considerado una autoridad en el ámbito europeo sobre la reproducción de emúes. García destaca que se trata de «un animal muy resistente y noble». Las crías que nacen en Isabel la Católica se usan para la permuta por ejemplares de otras especies de aves con otros núcleos zoológicos dedicados a la cría y cuidado de animales, lo que permite incrementar la biodiversidad de la colección autóctona de aves sin coste alguno para el Ayuntamiento. Esta política de intercambios, que no se limita solo a los emúes, también se lleva a cabo para evitar consanguineidades.

La permuta de animales ha resultado básica para repoblar los estanques del parque, que quedaron diezmados por la depredación de las nutrias. Los mustélidos han dejado de hacer de las suyas desde la instalación de los vallados eléctricos hace dos años. La última adquisición sonada, merced a este sistema de intercambios, ha sido una pareja de cisnes de cuello negro (Cygnus melancoryphus), que ya comparten hábitat en Gijón con sus parientes los cisnes negros y blancos.

La tranquilidad de las aves que residen de forma habitual en el principal parque gijonés se verá alterada a finales de mes o comienzos de febrero, cuando está previsto que arranquen las obras de dragado de los estanques del parque de Isabel la Católica mediante una draga ecológica o pontona flotante. La falta de dragado durante los últimos 40 años ha propiciado una acumulación de lodos, constituida por materiales finos decantados y por materia orgánica. Este aumento de la capa de lodos ha reducido el calado de los estanques, lo que, sobre todo en épocas de estiaje, propicia un calentamiento del agua y disminución del oxígeno que afecta a la fauna existente, habiéndose producido dos episodios de botulismo.

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