Vista general del paseo del Muro y de la playa de San Lorenzo, con la zona de la calzada reservada a los peatones pintada de verde y azul. A. GARCÍA

Los arquitectos defienden mantener el doble sentido de circulación en el Muro

Creen que cualquier actuación precisa de amplios estudios y plantean convocar un concurso de ideas

IVÁN VILLAR

GIJÓN.

Domingo, 30 de agosto 2020, 00:25

Estudios previos suficientes que tengan en cuenta las consecuencias de cualquier medida que se adopte y su incidencia general sobre la ciudad; un concurso de ideas que permita poner sobre la mesa y contrastar diversas alternativas, con la posibilidad de combinarlas entre sí de cara a lograr una solución de consenso, y mantener su funcionalidad como eje de conexión entre el este y el centro de la ciudad, garantizando para los coches al menos un carril de circulación en cada sentido. Son las premisas que debería cumplir una reforma del Muro de San Lorenzo, según varios arquitectos consultados por EL COMERCIO en vísperas de que el Ayuntamiento convoque el Consejo Social de la ciudad para abordar la conveniencia o no de transformar con carácter definitivo este espacio singular de la ciudad: En los últimos meses se ha acometido una reordenación «provisional» de espacios para ampliar la zona peatonal y reducir la del tráfico motorizado.

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«Lo que están haciendo se está haciendo mal, porque lo lógico es hacer un estudio detenido y consultarlo con la ciudadanía», considera Ramón Palat, uno de los redactores del plan especial para el tratamiento de la fachada marítima del Muro de San Lorenzo aprobado en 2004, quien cree que «se ha improvisado mucho». Si bien se muestra de acuerdo con la necesidad de pacificar el tráfico, señala que «no hay que ser enemigo total del automóvil» ni acometer peatonalizaciones solo por «moda», sino en base a «estudios técnicos rigurosos y científicos». Añade que, «salvo en la zona del martillo de Capua, hay anchura suficiente para poder contentar a todos» sin necesidad de eliminar los coches. «Con tranquilidad, e incluso convocando un concurso de ideas, se pueden encontrar soluciones», apunta poniendo como ejemplo la posibilidad de suprimir la mediana central. Muestra por otra parte sus dudas sobre el uso que pueda tener tras el verano la parte de calzada que ha sido peatonalizada. «La gente lo que quiere es ver la playa y a ese lado tiene una barrera con los bancos, las pergolillas, los árboles... Y con la sombra que dan los edificios, no sé quién irá por ahí en invierno».

Desincentivar, pero sin mutilar

Ángel Noriega, exdecano del Colegio de Arquitectos, asegura que «las sucesivas intervenciones que hubo en el Muro para reducir el tráfico siempre me parecieron bien», aunque añade que «esta última me hace dudar». Advierte de que «renunciar a esta calle como vía de circulación en un sentido o en otro es prácticamente imposible si analizamos el conjunto de la circulación» e indica que, si bien en materia de movilidad se pueden poner barreras al uso de vehículos para quien está de paso por la ciudad, «no podemos hacerle la guerra a los de los residentes. Debemos desincentivar el traslado en los vehículos propios, pero no de repente mutilar una vía para los vecinos que no pueden prescindir de ella».

Antonio Carroquino cree que el «experimento» de estos meses «ha servido para demostrar que el tráfico de coches por el Muro es fundamental» y considera que «se están matando moscas a cañonazos, sin tener en cuenta condicionantes económicos, turísticos, comerciales y de movilidad». Señala la necesidad de «estudios detenidos, no improvisaciones» y considera que el planteamiento que se ha hecho «es contrario a toda lógica». En su lugar, cree que hubiera sido más conveniente dejar un carril por cada sentido en el centro de la calzada «y ampliar la acera más próxima a los edificios, en lugar de acercar todo el tráfico a ellos». Se muestra también partidario de la convocatoria de un concurso de ideas.

José Luis Ordiales define el Muro como «una de las arterias principales de entrada y salida de Gijón» y asegura que suprimirla «genera un caos. Y ya no quiero pensar cuando vuelva a funcionar el fútbol». Señala que peatones y coches pueden convivir perfectamente, «pero hay que echarle imaginación». Y dice echar en falta que para la toma de decisiones se hubiera contado con la opinión de arquitectos, aparejadores e ingenieros. Duda además de la pretendida provisionalidad de las obras ya realizadas. «También lo iba a ser el cierre de la entrada por la 'Y' y construyeron sobre ella una estación de tren y el Palacio de Justicia».

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Cerrar el martillo de Capua

Para Manuel Hernández Sande, lo primero debería haber sido la convocatoria de un concurso de ideas «para buscar una solución que contente a todo el mundo». Coincide por otro lado en que «hay espacio de sobra para que puedan convivir los peatones, un carril bici y carriles de tráfico en ambos sentidos», aprovechando por ejemplo la superficie de la mediana, «que son metros perdidos». Sí apunta la posibilidad de cerrar al tráfico el tramo ubicado junto al martillo de Capua, donde el paseo es más estrecho, y convertir Eladio Carreño en una calle bidireccional. También plantea opciones como cierres temporales, por ejemplo en fines de semana, sin necesidad de una obra como la ejecutada.

Vicente Díez Faixat asegura ver bien la creación de un bulevar, «pero siempre que resuelvas el problema del tráfico y eso requiere de estudios previos muy profundos sobre la movilidad de toda la ciudad no actuar a trompicones y a base de ocurrencias. Incluso si es para una actuación provisional». Julio Valle, por su parte, defiende que «las ciudades tienen que ser para las personas y ganar espacio para el peatón está bien, pero eso no quiere decir quitar totalmente el tráfico. Los coches, yendo a una velocidad adecuada, son necesarios».

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