«Gracias de corazón por tanto apoyo. Mi casa será siempre la de todos vosotros»
Casi un centenar de personas lograron evitar el desahucio de María del Carmen Fernández, vecina del poblado minero de La Camocha
PABLO SUÁREZ
GIJÓN.
Martes, 1 de octubre 2019, 00:47
Pasaban unos minutos de las nueve y cuarto de la mañana cuando la comisión judicial hizo acto de presencia en el poblado minero de La Camocha. Para entonces, cerca de un centenar de personas llevaban ya dos horas apostadas frente al número 3 de la calle Comporteros, en la guardia convocada bajo el único propósito de proteger una casa, el hogar en el que María del Carmen Fernández, Mari, de 72 años y viuda de minero, lleva viviendo casi medio siglo. La misma vivienda de la que la administración concursal de un mina exinta cuyos arrendamientos vitalicios siguen en vigor pretendió ayer, sin éxito, echarla. «¿Dónde quieren que me vaya? No tengo otro sitio al que ir. Esta es mi casa. Son mis recuerdos», clamaba Mari desde la cocina, rodeada de sus vecinos, quienes pese a su avanzada edad no dudaron en atrincherarse con ella en el interior del inmueble. «Tranquila, que lo vamos a conseguir», le animaban ellos, tratando de calmar los nervios de una mujer a la que el proceso de desalojo le ha costado ya dos ictus.
Si dentro de la vivienda el apoyo era evidente, fuera, la gente se organizaba para parar a toda costa el desahucio. Había políticos (la diputada de Podemos en el Congreso, Sofía Castañón, y la diputada regional de la formación morada, Lorena Gil, entre otros), activistas, representantes de la mediación vecinal, los cuales llevan más de un año tratando de buscarle solución al problema, y gente que, simplemente, no estaba dispuesta a permitir el desalojo.
Los miembros de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), se encargaron de organizar un dispositivo para la defensa del inmueble que contemplaba incluso la carga policial. Finalmente no fue necesario. Una vez llegada la comisión judicial, compuesta por dos funcionarias y el procurador de la empresa, y tras comprobar de primera mano el despliegue que se había formado en torno a la vivienda, se confirmó la paralización del desahucio. «Lo paramos, lo paramos. Lo último que queremos es violencia. Para nosotros tampoco es un plato de buen gusto», afirmaron.
La paralización del desahucio, de forma temporal hasta al menos el próximo mes, cayó como el triunfo que representa. «Gracias de corazón por tanto apoyo. Mi casa será siempre la de todos vosotros», acertó a decir Mari, asomada a la puerta de su casa, una vez pasado el trago. Fue el reflejo de la esperanza que comenzó a cuajar entre el resto de vecinos, también amenazados por la sombra del desahucio. Ayer, la solidaridad madrugó más que las malas noticias para llevarse la primera batalla.