Urgente Prisión para el acusado de robar en gasolineras de Asturias
La calle de Covadonga, a principios del siglo XX.
1897. Hace 125 años.

Gijón, en estado de abandono

Las inundaciones eran frecuentes en la ciudad a finales del siglo XIX. La causa, el mal estado de las calles y la falta de mantenimiento

Viernes, 2 de diciembre 2022, 00:21

Era el del mal estado de las calles un problema tan comentado que ya en 1897 habían corrido ríos de tinta que se convertían en ... insignificantes arroyos al lado de todo lo que, hasta la actualidad, quedaría por contar. Si en otros tiempos de nuestra historia lo peor de las calles de Gijón era la falta de iluminación, hace 125 años lo era la falta de mantenimiento en las aceras. Así lo contaba EL COMERCIO, tal día como hoy: «No es que pretendamos cogernos [a este asunto] para llenar alguna columna del periódico, es que nos avergonzamos como gijoneses de que lo mismo por forasteros que por los del pueblo sea censurado nuestro municipio por el abandono en que tiene el pavimento de las calles». Y no sería por falta de dinero, ya que cada año, decíamos, se consignaba una cantidad del presupuesto a este fin. Pero, a la hora de la verdad, casi nunca se veían operarios en el tajo.

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Aquellos días, bien era cierto, se arreglaba la calle del Instituto, pero no era suficiente. «Para que las calles de Gijón estén en armonía con la importancia del pueblo», decíamos, «no basta que se ensanchen las aceras en aquellas cuya latitud lo permita y que los faroles se coloquen sobre columnas; es necesario que el embaldosado de estas aceras se asiente en buenas condiciones y no haya los hoyos que se observan en todas ellas, y que en días de lluvia son otros tantos charcos que obligan a ir haciendo cabriolas; es preciso que el empedrado central no tenga tantos altos y bajos como piedras le componen, y si posible es, que sea uniforme en toda su extensión con las debidas pendientes hacia los lados para que las aguas corran a los acueductos laterales». Los cuales, por cierto, escasas veces tenían sumideros: imagínense. Hasta que todo eso se hiciera, seguiríamos igual: con auténticos lagos naturales en las calles de Marqués de San Esteban y Pedro Duro; «naufragios (...) todas las noches de lluvia y función en el Jovellanos» en la calle de los Moros y sin adoquinado en la calle Corrida, aunque se llevase anunciando ya no se sabía desde hacía cuánto tiempo. Gijón, aseguraba todo el mundo, estaba abandonado. Y lo hab ría que remediar.

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