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El barrio de El Coto, en sus inicios.
1947. Hace 75 años.

Luchando contra la epidemia

Las malas condiciones urbanísticas de algunos barrios de la ciudad y la falta de higiene en las calles ponía en riesgo la salud pública

Miércoles, 2 de noviembre 2022, 00:53

Tan grande era el problema, figúrense, que EL COMERCIO llegó a proponer, medio en broma, medio en serio, que se trajera a Gijón uno de ... aquellos aviones «que ahora se dedican a lanzar toneladas y más toneladas de desinfectadores sobre las tierras de Egipto». «No estaría del todo mal que vinieran a soltar alguna vez aquí sus buenas cargas de DDT y demás polvos exterminadores de moscas o de otros bichos capaces de transmitir cualquier mortífera enfermedad». No que el riesgo de pandemia fuera inminente por estas latitudes, claro, pero lo innegable era que la ciudad estaba llena de posibles focos de infección.

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Por ejemplo, en las llamadas 'calles nuevas' de El Coto, «si es que pueden llamarse nuevas las calles abiertas hace más de 30 años en lo que debió ser la ciudad jardín de Gijón y que hoy es un sitio en que van edificándose casas entre desmontes y desniveles. En esos desmontes, en todos esos desniveles, algunos con las precisas características de verdaderas simas, vuelcan frecuentemente su contenido los carros que vienen cargados de escombros o de basuras y que encuentran muy distante, al parecer, el sitio señalado para esos efectos, o sea, los terrenos o escombreras municipales de Viesques». Lo mismo ocurría en algunos sitios del Humedal, y, por descontado, también en Cimadevilla, llena de rinconcitos donde «diariamente se pudren o se curan a sol despojos nada bienolientes y que constituyen pasto excelente para que puedan formarse millones o miriadas de peligrosos insectos».

¿Qué hacer ante esta disyuntiva? La primera medida era clara: la coercitiva. Castigar, vía multa, a quienes arrojasen basura donde no debían. La segunda, claro: «haciendo desaparecer los focos de infección ya dichos». Otro de ellos estaba en un sitio tan delicado como las proximidades como la Casa de Socorro, duplicándose, para más inri, el riesgo de que se desatase una epidemia en los meses en que el otoño se cernía ya, con todas sus fuerzas, sobre la ciudad. «Pongamos atención en estas colas de limpieza pública», rogábamos desde EL COMERCIO, y así, siendo limpios... estaríamos también sanos.

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