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La última moda en sombreros imponía prendas muy voluminosas.
1898. Hace 125 años.

Monumentos en la cabeza

La moda imponía a las señoras voluminosos sombreros para asistir al teatro... con la indignación del resto del público

Sábado, 7 de enero 2023, 00:13

No porque fuera un problema «de escasa importancia» dejaba de ser objeto de murmuración el que tal día como hoy, hace 125 años, expuso Ignacio ... Patac en la segunda plana de EL COMERCIO: las señoras llevaban sombreros demasiado voluminosos. La última moda imponía al género femenino unos modelos «que parecen revestir los caracteres de verdaderos monumentos», los unos; «que pudieran pasar perfectamente por los más completos gabinetes de Historia Natural, pues en ellos se ven toda clase de pájaros disecados», los otros. No era costumbre que las damas se despojasen de la prenda ni siquiera dentro del teatro, y eso generaba no pocos inconvenientes, al parecer: «las personas que tienen la desgracia de sentarse detrás de una de esas pantallas se quedan completamente a oscuras de lo que pasa en las tables escénicas, y vense condenadas a tener delante de los ojos, durante unas horas, el antiestético sombrero de su vecina».

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Las propuestas para resolver el problema, que revestía magnitud nacional, fueron de lo más variopinto. Hubo una revista madrileña, decía Patac, que había llegado a decir que se colocasen las señoras en los números pares de las filas de butacas, y los varones en las impares. Esta solución no preveía, sin embargo, que las propias señoras pudieran ver. «Además, los novios, los matrimonios muy recientes y las familias numerosas dejarían de frecuentar el teatro y las empresas de arte sufrirían por esta causa no pocos perjuicios y quebrantos».

Él proponía una solución más práctica: o que las mujeres se desnudaran la cabeza, como hacían los varones, o bien que pagasen más de no hacerlo. «Como las señoras se resisten a seguir el mismo procedimiento, es decir, a despojarse en los teatros de su 'cliché' exterior, hágaseles pagar su deseo: el que algo quiere, algo le cuesta, y póngase en los carteles anunciadores de espectáculos, entre los precios de las distintas localidades, lo siguiente: Butaca a pelo, tanto. Butacas con sombrero sufren un aumento de precio». ¿Y si no? Volver a lucir «la clásica, airosa y gallarda mantilla de nuestras abuelas». ¡Modas!

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