Dos romerías urbanas: frente al Ayuntamiento de Gijón y ante la playa
Semana Grande. El concierto de El columpio asesino llenó la plaza Mayor y Poniente disfrutó del 'revival' de Dire Straits con Brothers in band
ANA RANERA
Miércoles, 10 de agosto 2022, 01:38
Gijón ayer volvía a estar hasta la bandera. Eso fue gracias al poder de convocatoria de la Semana Grande, que convierte en una romería urbana la plaza Mayor y Poniente. Basta con darse una vuelta por allí estos días para darse de bruces con gijoneses y turistas, escanciando sobre los regodones y las losas como si fueran un prau y compartiendo cervezas y confidencias, sintiéndose de verbena aunque sea en el centro de la ciudad más poblada de Asturias. Las romerías están de moda, aunque sean urbanas.
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Da gusto realmente toparse con este ambiente después de dos años de agotadora distancia social. Lo agradecen, sobre todo, los oriundos, porque la Semanona, aparte de un planazo, es sentir nuestro verano en plena esencia. Lo comentaban ayer los gijoneses Ricardo Álvarez, Soraya Antúnez, Marta Barredo, Pablo García, Saúl Andrés y Cristian Rodríguez, antes de que comenzara el concierto de El columpio asesino: «La cosa es reencontrarse. Nos da igual quién venga», se reían.
SEMANA GRANDE
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Hoy
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Plaza Mayor: Happening (rock en familia). (21 horas).
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Poniente: Rvfv. (23).
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Mañana
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Plaza Mayor: Califato 3/4 (21).
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Poniente: Crystal Fighters. (23).
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Viernes
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Plaza Mayor: Ladilla Rusa (21).
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Poniente: Los Berrones junto a la Banda de Música de Pravia (23).
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Sábado
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Plaza Mayor: Strad, el violinista rebelde (21).
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Poniente: Rodrigo Cuevas (23).
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Domingo
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Poniente: orquesta Assia. De 23 a 23.45 horas y, tras los fuegos, de 00.30 a 2.30 horas.
Ellos echan en falta este año grupos de más calado en la programación municipal. «Está bien que haya espacio para las bandas asturianas, pero Gijón siempre trajo conciertos de renombre y los acercaba a todo el mundo y ahora eso se ha privatizado en diferentes festivales», se lamentaban. Pese a su queja, compartida por muchos, «si el tiempo nos respeta como hizo hasta ahora», ellos acudirán a unas cuantas actuaciones, sin importar que sean de El columpio asesino o de El tobogán sonriente. La cosa es disfrutar.
Y de divertirse saben bien Alejandro Dorado, Gonzalo Crespo, Daniel Hormigos, Roberto Bruck y Elisa Díaz. Estos jóvenes, de Talavera de la Reina vinieron a Asturias «para el Descenso Internacional del Sella» y, en su visita a Gijón, les coincidió más fiesta, pura casualidad. «No sabíamos que era Semana Grande, pero, ya que estamos, aprovechamos», comentaban. Ellos lo que tenían ganas era de «ver el ambiente y de tomar una sidra» porque, aunque para la mayoría era su primera vez en Asturias, ya le habían cogido el gusto a nuestra bebida estrella.
También le estaban pillando el tranquillo a lo de escanciar los navarros Íñigo Campos, José Félix Jiménez y el malagueño Francisco Muñoz. Ellos estaban haciendo el camino de Santiago y «después del palizón caminando», tenían que reponer fuerzas. «Llegamos, vimos que era Semana Grande y dijimos, pues a El columpio asesino de cabeza», bromeaban. Ismael González y su grupo vinieron, sin embargo, con conocimiento de causa porque estos madrileños visitan Asturias todos los meses de agosto. «Todos los años nos pasamos algún día por las fiestas y, la verdad, que me parece que el nivel de los conciertos ha bajado un poquito», opinaba. «Antes venían grupos muy buenos», añadía. Él tiene la vista puesta ahora en el parte metereológico porque «he visto que igual llueve en los Fuegos», comentaba. Solo le queda desear que no sea así porque «los de aquí son unos de los más bonitos de España», prometía este madrileño.
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Tras esa afirmación, comenzó el concierto de El columpio asesino en el Ayuntamiento. El grupo navegó entre el rock y el punk y, con esas melodías, logró levantar las manos de muchos de los allí presentes. Más aún se alzaron los brazos en Poniente, con la noche bien entrada. Allí Brothers in Band dominó las tablas y rindió homenaje a los Dire Straits, de cuyo concierto en Gijón se cumplen este mes treinta años. Un recuerdo de aquellas grandes actuaciones y de la música que sonaba hace unos cuantos lustros y que nunca debería dejar de sonar.
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