Una seguridad necesaria
La Policía Local reforzó la vigilancia con doce nuevos agentes mientras un otro robo multimillonario conmocionaba la ciudad
El objetivo: aumentar la seguridad de los barrios, donde a partir de ahora patrullarían hasta 80 efectivos de la Policía Local. La causa: un preocupante ... incremento de la inseguridad en la ciudad. Hace cinco lustros, casi el mismo día en que se recibía a los doce nuevos agentes de la policía local que velarían por la calma de los barrios gijoneses, un nuevo robo millonario conmocionaba Gijón. Ocurrió en una tienda de perfumes de alta cosmética situada en el número 2 de la calle Langreo, esquina a calle Corrida, en el local anteriormente ocupado por los históricos Almacenes Gijón. De la perfumería Conrado Martín los cacos se llevaron material por un valor de 2.300.000 pesetas: eso costaban los 315 frascos sustraídos, todos de marcas de lujo.
Y apuntaba a una ejecución profesional. Al menos, la cantidad robada hacía evidente que los ladrones debieron utilizar un vehículo para llevarse la mercancía después de acceder a ella cortando la persiana metálica de seguridad y violentar la puerta de acceso al local, daños que se cuantificaron en 35.000 pesetas más a sumar a lo anterior. Lo peor era que llovía sobre mojado. «En apenas dos semanas», recordábamos, «se han registrado los robos de más de diez millones de pesetas por botín en una joyería de la calle de Álvarez Garaya; la sustracción de efectos valorados en 1,5 millones en una tienda de golosinas de la calle de Cienfuegos», y ahora esto.
Se le acumulaba el trabajo, ya lo ven, al Grupo de Atracos de la Comisaría de Gijón, «que hace unos días contaba con una valiosa pista» para hallar a los responsables del robo de la joyería de Álvarez Garaya. «Estos delincuentes, según todas las pistas recabadas, podrían ser quienes desvalijaron otras joyerías de dos ciudades castellanoleonesas a primeros del presente mes. Al tratarse de una banda ajena a Asturias, las investigaciones son más dificultosas». Sobre todo porque, además, este tipo de ladrones tenían pactado ya con un perista la venta de las joyas antes de robarlas; de lo contrario, no se arriesgarían a sustraer semejantes cantidades de material. No lo ponían fácil a las fuerzas del orden.
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