Solidaridad allende los mares
En la ayuda a las víctimas del terremoto de Tehuantepec, en México, destacó un asturiano muy querido en Gijón
La calamidad llegó de las entrañas de la tierra. Hace 125 años, la ciudad de Tehuantepec, en México, quedó prácticamente en ruinas por la sucesión ... de varios temblores de tierra. La tragedia dejó desamparados a muchos de sus habitantes, y como siempre que se genera una desgracia de este calibre, se puso en marcha la maquinaria de la solidaridad. Lo que nos llama la atención en este caso es que en aquella ocasión esta tenía nombre asturiano: concretamente, en de Pancho Canal. Un «infatigable y esforzado campeón de las obras buenas», según las palabras del periódico 'La Época', de Veracruz, que tal día como hoy, hace 125 años, transcribió en sus páginas EL COMERCIO.
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Era don Pancho un asturiano de muchos años de edad que a pesar de su vejez no paraba de moverse en los terrenos de la prodigalidad. «Ante la prodigiosa bondad de don Pancho y su inmenso amor al bien», decía 'La Época', «comprendemos hasta donde merece los honores que Veracruz le ha dispensado, declarándolo sobre su nacionalidad española hijo adoptivo de Veracruz». Ahora, Canal estaba al frente de la organización de una fiesta para recaudar fondos en ayuda de Tehuantepec, que se celebraría en el Teatro Principal de Veracruz con seguro éxito. «Bien y a conciencia han trabajado las comisiones cuestoras de fondos», dijimos, «para el alivio de las calamidades que afligen a los habitantes que fueron de la hoy derrumbada Tehuantepec, y su filantrópico esfuerzo está produciendo óptimos frutos que una vez más acreditan de generosa y caritativa a la sociedad veracruzana».
Canal, asturiano de origen, había organizado a los artistas, producido sus actuaciones y gestionado el precio de los boletos de entrada de cuyos beneficios partiría la ayuda a los necesitados. EL COMERCIO lo publicó pues el hacendado contaba en Gijón, según aseguramos, «con muchas simpatías, amistades y parentescos» que a buen seguro se regocijarían de leer que allende los mares a su paisano le iba mejor que bien, en lo económico pero, sobre todo, en lo filantrópico. Bien ganada se tenía la honorífica adopción veracruzana.
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