Veranes, pasado y presente
EL COMERCIO se hizo eco de la investigación del sacerdote Manuel Valdés sobre estos restos arqueológicos hoy musealizados
Ocurrió hace cien años hoy que a EL COMERCIO llegó un folleto «primorosamente editado» conteniendo los resultados de la investigación de Manuel Valdés acerca de ... la iglesia y monasterio de Santa María de Veranes, en ruinas a la sazón. Llevaba en ello el sacerdote desde 1919, y ahora, tres años después, afirmaba que los restos arqueológicos hallados bajo el pórtico del viejo templo eran una muestra del «periodo visigótico», concretamente, del siglo VI. Hoy sabemos que sí hubo una iglesia visigoda bajo las ruinas de Santa María, pero también que bajo ella se ocultaba la espectacular villa romana, abandonada en el siglo V, que ya podemos visitar convenientemente musealizada.
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Con todo, no fueron moco de pavo los estudios de Valdés , a quien presentábamos como «una verdadera autoridad en la materia». Autodidacta, eso sí, y que basaba su conocimiento en «el entusiasmo que pone en sus trabajos de investigación histórica». Hace un siglo, Valdés atribuía la destrucción del primitivo monasterio -del que le interesaba, sobre todo, el intra ábside de su iglesia- a «los árabes, con las luchas de nuestra reconquista». La teoría, hoy no muy viable, tuvo el mérito de haber despertado «justa expectación entre nuestros arqueólogos y los aficionados a las investigaciones históricas».
Otros tiempos. Comentaba también el opúsculo sobre el hallazgo «de dos cadáveres en los sepulcros del Monasterio durante una noche», así como hoy sabemos que, más allá de la vieja iglesia, una gran necrópolis medieval cubría también los restos de la que fuera villa en las épocas tardorromana a altomedieval. Incluía Valdés en su publicación, además, «varios croquis y fotografías; una lámina en colores que reproduce la cenefa de un mosaico que el autor ha podido reconstituir de la pavimentación del baptisterio de la iglesia, y que es algo verdaderamente curioso por la obra que supone ese mosaico hecho con piedrecillas de colores de medio centímetro de tamaño cada una». Mucho quedaba aún por excavar, por investigar, teorizar y (dar a) conocer, pero Manuel Valdés abrió el camino. Y, de eso, hace ya todo un siglo.
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