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La Unión Europea alcanza un acuerdo histórico para la recuperación tras la pandemia

Contempla un fondo de recuperación financiado con deuda común de 750.000 millones de euros: 390.000 se desembolsarán en subvenciones y 360.000 en préstamos

salvador arroyo

Martes, 21 de julio 2020, 07:52

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Con un «¡Lo logramos! Europa es fuerte. ¡Europa está unida!», el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, celebraba la consecución de este histórico pacto en una comparecencia al filo de la seis de la madrugada en la que no ahorraba ni mensajes grandilocuentes ni halagos a los jefes de Estado y de Gobierno y que destilaba relajo y satisfacción. »Hemos demostrado que la magia del proyecto europeo funciona porque cuando pensamos que es imposible hay un resorte en nuestro paso gracias al respeto y la cooperación«, agregó. El acuerdo se cerraba pasadas las 5.30 horas después de varias horas de una parada técnica «para unos pequeños detalles» que se producía antes de la medianoche.

En torno a 90 horas de negociaciones interminables en una cumbre que arrancó el viernes, con duración programada de dos días y que se prolongó hasta cinco con varias fases críticas (en las que la negociación amenazó con colapsar) y solo un tramo final (el del lunes) con sensaciones de que el pulso con los frugales se podía superar. «Europa ha demostrado que es capaz de abrir nuevos caminos en una situación tan excepcional», destacaba la canciller Angela Merkel, cuyo rostro (cansancio, resignación y medida alegría) y mensajes servían de termómetro de las unas negociaciones que han convertido esta cumbre «en una de las más largas de la historia».

El pacto se ha cerrado en base al nuevo documento (el tercero de este mes) que presentaba Charles Michel la tarde del lunes. Y que con seguía mantener la dimensión total de 750.000 millones de euros, con 390.000 millones como ayudas no reembolsables (el punto de partida era medio billón) y los 360.000 millones restantes, créditos. La emisión de deuda de la Comisión Europea para sustanciarlo (al margen de otros ingresos) comenzaría a enjugarse a partir de 2026 y hasta el 31 de diciembre de 2058. Una búsqueda de financiación en los mercados (la más colosal en la historia de la UE, reconocida con Triple A) que es también histórica y que llega como opción después de que meses atrás el norte (y en esto también con Alemania a la cabeza) rechazase frontalmente la posibilidad de una emisión de eurobonos, que comenzó siendo la principal exigencia de países como Italia y España.

En lo que se refiere a la condicionalidad, habrá un «freno de emergencia» que en la práctica da a un país (solo o con otros) la posibilidad de tirar de él contra uno de sus socios. El matiz de la redacción está en el «excepcionalmente». Sólo si considerase que «hay graves desviaciones» en cuanto al cumplimiento de los distintos hitos que se marquen con cada desembolso o «los objetivos que sean pertinentes». La solicitud de estudio del 'conflicto' se tendría que cursar al presidente del Consejo Europeo, que lo llevaría a una cumbre. Una concesión a Mark Rutte, que ha venido representando la absoluta intransigencia en los momentos más duros de esta negociación.

El paquete de Recuperación y Resiliencia –el capítulo clave– se eleva a los 672.500 millones de euros, desde los 560.000 millones; 312.500 en subsidios y 360.000 en créditos. En lo referente al presupuesto plurianual, del que va colgado todo el plan de recuperación, se mantiene como cifra absoluta 1,074 billones de euros. La inicialmente planteada por Michel (y que ya recortaba en un 2% la de la Comisión Europea, que abogaba por 1,1 billones). Así que menos dinero que desembolsar –exigencia perenne del norte–. Eso sí, hay una 'obligación' asumida de conseguir recursos propios y en ella, una con calendario concreto, una tasa digital (a las grandes tecnológicas) para el próximo año, empantanada durante años por las diferencias entre los propios socios y que ha sido motivo de conflicto con la Administración de Donald Trump.

Y esto se traducirá en recortes significativos de algunas partidas que se planteaban como claves para la presidencía de la Comisión Europea, para una Ursula von der Leyen que ha permanecido casi arrinconada durante esta histórica. cumbre. Así uno de los fondos estrella del gran pacto verde europeo (el de Transición Justa) merma de 30.000 millones a 10.000. Para desarrollo agrícola la tijera deja la partida inicia en la mitad (poco más de 5.000 millones).

Además, los países ricos ven incrementados los 'rebates' o cheques para compensar la diferencia entre su mayor aportación al presupuesto y lo que requieren de él. Dinamarca amarraría 322 millones (125 más); Alemania, 3.671 (sin cambios); Países Bajos, 1.921 (345 de incremento); Austria, 565 (328 al alza); y Suecia, 1.069 (271 más).

El otro frente crítico de la negociación, que ha quedado relegado por la importancia del paquete histórico de asistencia, era la condicionalidad del respeto al Estado de Derecho. Conseguido lo más difícil, los líderes querían evitar una nueva zozobra con el riesgo de veto del Este y especialmente de Hungría y Polonia, dos países recriminados y expedientados desde Bruselas desde hace meses por derivas políticas autoritarias. En la declaración esa condicionalidad queda desdibujada, se mantiene, pero no se convierte en un veto efectivo para poder hacer uso de los fondos comunitarios.

El 'ok' de los líderes no pone fin al procedimiento. Ahora es el parlamento Europeo el que debe ratificar el acuerdo conseguido. Muchas de sus exigencias de mayor ambición no quedarían atendidas en cuanto a las cuantías finalmente reflejadas en los acuerdos, pero sería poco probable que no consiguiese superar el trance. El siguiente paso será la ratificación por parte de los distintos parlamentos nacionales.

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