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La ciencia preserva la salud y la vida

Jueves, 24 de junio 2021, 04:54

Desde hace cinco años tengo el privilegio de formar parte del jurado del Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica y, año tras ... año, disfruto del altísimo nivel de las candidaturas -cada vez más numerosas- y del extraordinario nivel científico de mis compañeros y compañeras del jurado. En las dos últimas ediciones nuestras deliberaciones fueron en formato de videoconferencia, como las del resto de jurados, lo cual no ha restado profundidad ni rigor al debate, sino que nos ha permitido explorar procedimientos mas ágiles de comunicación. La Fundación Princesa de Asturias ha sabido aprovechar esta situación de pandemia para adaptarse, modernizarse y trabajar aún si cabe de forma más eficaz.

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Este año se presentaron 48 candidaturas, todas excelentes, entre las que destacaban cuatro relacionadas con investigaciones orientadas al desarrollo de las vacunas que ya se están produciendo masivamente y distribuyendo y administrando a la población de forma global, si bien es cierto que de manera desigual entre los países desarrollados y los menos desarrollados, algo que deberíamos corregir urgentemente de forma que los descubrimientos científicos puedan alcanzar a toda la población del planeta de forma equitativa y justa.

Los hallazgos fundamentales de Katalin Karikó, Drew Weissman y Philip Felgner -cuyo trabajo de referencia se publicó en 2005- permitió los importantes desarrollos de Ugur Sahin y Ózlem Türeci, que lograron en un tiempo récord producir vacunas de mRNA de Pfizer, o los de Derrick Rossi, que colaboró en el desarrollo de la vacuna de Moderna. En paralelo, Sarah Gilbert había puesto en marcha, utilizando un adenovirus modificado de chimpancé, una plataforma para el desarrollo de vacunas en su laboratorio de Oxford que ahora fabrica AstraZeneca.

Como recoge el acta del jurado, «los premiados son protagonistas de uno de los acontecimientos más destacados de la historia de la ciencia. Sus trabajos constituyen un excelente ejemplo de la importancia de la ciencia básica para la protección de la salud a escala global».

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Una vez más se demuestra que la inversión en ciencia es rentable. Aparte de la extraordinaria actividad económica que se ha generado, y se generará, en la producción de vacunas a gran escala, el objetivo de proteger a la población -especialmente, a las personas mas vulnerables- se logra gracias al trabajo de los laboratorios de ciencia básica en colaboración con las 'spin offs' y los consorcios Empresa-Universidad que, con el apoyo de los gobiernos, han demostrado la capacidad de la humanidad para protegerse de esta pandemia y desarrollar las capacidades para enfrentarse a futuras pandemias. Ahí, en los momentos críticos, es donde se demuestra el verdadero valor de la ciencia, de la transferencia de conocimiento y de la colaboración en I+D+i, compitiendo por un objetivo común a nivel global. En octubre, el día de la entrega de los Premios, tendremos la oportunidad de rendir homenaje a estos héroes y heroínas modernos que protegen nuestras vidas con su trabajo y su pasión investigadora.

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