La guinda del veranito

Primera parada: Martimporra. En la capital de Bimenes, donde la derecha no existe –gobierna Asturianistes Bimenes con siete de los nueve concejales. Los otros dos se los reparten PSOE e IU–, el presidente del Principado por fin acabó de deshojar la margarita y nos anunció que este año monseñor Sanz Montes no cuente con él. Que sí, que nuestro presi será muy católico, que lo es, pero eso de llevar una bofetada y poner la otra mejilla pues como que no. Tarde llega la decisión. Supongo que a monseñor el que vaya o no Barbón a la Basílica el 8 de septiembre le importará tanto como a Vinicius la división por mitosis de las amebas, y no por ello dejará de arremeter contra el feminismo, la inmigración, el cambio climático o el colectivo LGTBI, pilares del particular evangelio según Sanz Montes. Pero, al menos, la Asturias laica se sentirá más reconfortada.

No ha dicho la «seño» –que es como Sanz Montes llama a la delegada del Gobierno– si acudirá o no a Covadonga este 8 de septiembre. Todo apunta a que no. ¿Habrá más bajas de otras instituciones? Me atrevo a decir que sí. Admito apuestas.

Y para rematar el día, va Petrus Sanchez Imperator y nos avanza que adelanta el congreso federal. Objetivo: poner orden en su partido. Las voces internas discrepantes molan en otros partidos, pero cuando es en el de uno... Eso sí que no. Porque señores, la cosa es muy clara: la Moncloa bien vale un cupo catalán.