Elecciones en la Universidad

El desarrollo de la LOSU es muy costoso para las universidades. Aborda la regularización de los profesores asociados, 25.000 en el conjunto de las universidades públicas, termina con su precariedad, reduce las horas de docencia (de 180 a 120) y acaba con la sonrojante cuantía de sus nóminas, pero pasa la factura a las universidades, que tratarán de endosarla a las comunidades autónomas. Si a lo anterior sumamos la mejora de la calidad de la plantilla y la tasa de reposición por jubilaciones nos encontramos con que por esos conceptos el conjunto de las universidades necesitará 844 millones para hacer la reforma universitaria, como ha señalado la Conferencia de Rectores. En la actualidad el gasto en las universidades es del 0,76% del PIB. Elevarlo al 1%, como recomienda la LOSU, supondría contar con otros 3.100 millones, que los rectores quisieran ver consignados en los Presupuestos Generales del Estado, sin que el Gobierno lo haya asumido.

Sobre esta realidad trabajará el rector que sea elegido el 25 de abril. Un panorama económico preocupante porque la Universidad de Oviedo está inmersa en «el proyecto urbanístico más ambicioso en muchísimos años», como calificó Ignacio Villaverde a la ampliación del campus del Cristo con los edificios de la antigua ciudad sanitaria. Una operación muy interesante para el Principado y para el Ayuntamiento de Oviedo, porque reunificará las sedes judiciales en los terrenos del campus de Llamaquique y concentrará los estudios al sur de la ciudad, pero de una magnitud económica que excede de las posibilidades del alma mater. Baste decir que el actual equipo rectoral está preocupado con los simples gastos de mantenimiento de los viejos inmuebles de Consultas Externas, Maternidad y Silicosis, donde planean ubicar la Facultad de Formación del Profesorado y Educación y la Facultad de Ciencias (Matemáticas y Física). La otra gran iniciativa del mandato, la alianza estratégica Ingenium, coordinada por la Universidad de Oviedo, y en la que están implicadas otras nueve universidades europeas, avanza despacio porque no ha sido posible ofertar titulaciones conjuntas, teniendo que conformarse, por ahora, con trabajar en microcréditos (herramientas formativas de corta duración). Un proyecto ambicioso que marca la dimensión internacional de nuestra Universidad. El futuro de la institución académica está en la competencia por captar un alumnado menguante.