El bulo de las okupaciones
Unos quieren vender alarmas y otros ganar elecciones alimentando el miedo. Creo que el asunto merece una reflexión serena con los datos reales sobre la mesa
Los imperios de las plusvalías componen sofisticadas tramas de conquista, desarrollan extremas habilidades para crear nuevas necesidades y propagar el miedo configurando espejismos creíbles y ... realizando persuasiones perversas, Su capacidad económica para escribir los guiones mediáticos de cada magacín, subvertir el orden del día de las programaciones e incluso para modificar las reglas de la moralidad es inagotable. Y, eso sí, revisten sus argumentos de filantropía rancia.
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El gasto en publicidad de las empresas de seguridad en los últimos tiempos se me antoja notable, vista la constante y repetitiva emisión de reclamos en radio y televisión, Y esta sensación personal parece corresponderse con la cuantiosa facturación general declarada por estas empresas, que se acerca a los seis mil millones de euros con incrementos anuales notables.
Pero además de las intensas campañas publicitarias, hay otro elemento, a mi modo de ver, que influye de manera decisiva en la generación desorbitada de plusvalías en este sector, Se trata de una especie de campaña paralela, como publicidad encubierta o subliminal, que invade tertulias y guiones de programas diarios de gran audiencia e, incluso, no pocos discursos de políticos conservadores, y en esta campaña se engloban todos los temas referidos a un supuesto aumento tanto de robos en domicilios como de ocupación de viviendas, además de la persistente asociación (más o menos explícita) de inmigración con delincuencia e inseguridad.
Es difícil acceder a datos fiables en cuanto a robos en viviendas y ocupaciones. La mayoría de las estadísticas son ofrecidas por plataformas interesadas relacionadas directa o indirectamente con empresas de seguridad. En todo caso sí es un hecho que en este asunto España ocupa los últimos lugares en número de robos por habitante, por detrás de países tradicionalmente 'seguros', como Suiza, Islandia, Irlanda o Luxemburgo, y, por supuesto, se sitúa nuestro país en este 'ranking' muy por detrás de países como Francia o Inglaterra, un 'ranking' que encabezan Grecia, Suecia y Dinamarca, por este orden. En cuanto a la ocupación de viviendas pueden consultarse los datos oficiales, que contrastan notablemente con los datos de las compañías de seguridad o con los expresados en los programas referidos y en los discursos de algunos líderes de la derecha. La presidenta de la comunidad de Madrid denunciaba públicamente, no hace mucho, que la ocupación ilegal de viviendas se había multiplicado por toda España, cuando la realidad de los datos aportados por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad indican que las ocupaciones disminuyeron un 3,2%. Asimismo, fuentes ministeriales informan de que las ocupaciones denunciadas (denuncias que no siempre prosperan) apenas equivalen al 0,06% del parque de inmuebles, mientras que los juicios verbales posesorios representan el 0,01% del total. Estos datos son de 2022. En 2023, según las mismas fuentes, se produjo un descenso del 8,8%. Por supuesto que a las personas afectadas de poco les sirven estas estadísticas, que en nada aminoran su dolor y su quebranto, pero al margen de cifras concretas es un hecho contrastable que existe un descenso de los delitos de usurpación y allanamiento de morada, de los procedimientos judiciales abiertos y de las condenas impuestas.
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La generalización y la hipérbole en este asunto están servidas en menús televisivos diarios, Lo anecdótico se convierte en noticia permanente y engendra miedo e inseguridad, así como una invitación constante a contratar servicios con las empresas de seguridad. Hay evidentes intereses empresariales (y políticos) que convierten la excepción en norma.
Políticos que llegaron con el cartel de moderados insisten en asociar delincuencia e inmigración. El líder del principal partido conservador solicitaba el voto en la campaña catalana de mayo (sin el más mínimo sonrojo y haciendo suyo el eterno discurso de la ultraderecha) de «aquellos que no admiten que la inmigración ilegal se deje (SIC) en nuestras casas, ocupando nuestros domicilios y nosotros no pudiendo entrar en nuestras propiedades». Y puesto que la gente no tiene clara esa diferencia entre ilegales y legales, declaraciones como ésta provocan descaradamente miedo, inseguridad y rechazo a los inmigrantes.
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Esos inmigrantes ilegales cuidan en su mayoría de nuestros mayores o realizan trabajos de baja calidad y mal pagados que los nativos no queremos realizar, al igual que les ocurría a nuestros padres y abuelos que emigraron a países europeos en los años sesenta. Ni los españoles que llegaron sin papeles a Suiza, Alemania, Francia o Bélgica ocuparon viviendas, ni lo hacen quienes ahora llegan aquí en idéntica situación. Ellos intentan conseguir una vida mejor y no andan espiándonos para saber cuándo vamos a comprar el pan para ocupar nuestras viviendas.
Unos quieren vender alarmas y otros ganar elecciones alimentando el miedo. Creo que el asunto merece una reflexión serena con los datos reales sobre la mesa. Así se desvanece un bulo.
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