Humanismo y Estado
Es la hora de aplicar al pie de la letra los artículos constitucionales. El estado democrático debe avanzar hasta que el capitalismo se quede ronco de tanto ladrar
El capitalismo ha alimentado nuestra existencia a base de egoísmo, ambición y vanidad; ha exprimido y simplificado tanto su ideología que ha perdido cualquier indicio ... de humanidad. Las hambrunas del mundo, los millones de desplazados buscando refugio o los barrios miserables de las grandes ciudades son algunos efectos de un sistema para el que no existen las personas más que como productores (más allá de la racionalidad) o consumidores (más allá de la necesidad). El sistema, incluso, provoca las guerras para equilibrar macabras balanzas o para alimentar el diabólico mercado de las armas. Por un lado están quienes derrochan el sobrante, pulverizan locamente las plusvalías y queman el humo de la gloria. Ellos controlan los mandos de la noria, son dueños de las estrategias. Y están los que resisten y reniegan. Viven en el desierto de los clamores y son insignificantes para el sistema. Hay quienes ni siquiera saben que existe un sistema y solo extienden sus manos solicitando pan para seguir con vida.
El capitalismo se alimenta a sí mismo de manera constante y eficaz. Inventa justificaciones intelectuales o culturales para su inevitable perdurabilidad. Por otro lado, el socialismo solo alcanza a presentar algunos proyectos parasitarios (es decir, dependientes y deudores del sistema) que tienen tanto de nostalgia como de inutilidad. Alguna vez creímos en proyectos socialistas fundamentados no en una referencia estricta al marxismo, sino en la capacidad de transformación paulatina del capitalismo. A veces fueron pasos decisivos. Otras, brillo de fiesta. Después de los sonoros fracasos del socialismo, nadie se atreve a abrir el equipaje teórico del materialismo histórico, a pesar de su indudable utilidad como método de análisis de la historia y como síntesis de las viejas aspiraciones de un orden social basado en la solidaridad y no en abusos, explotaciones o faltas de humanidad.
Los elegidos solo son capaces de tapar algunos agujeros. Hablan y se defienden, pero se agotan. Los políticos sin poder no colaboran, solo ladran para que todo se desmorone, ladran para que el capitalismo bestial recupere el dominio de la pirámide. Fueron educados para ladrar y defender al capitalismo más delirante. La agravación de las crisis motiva las intervenciones apuradas de los estados, que tratan de regular las contradicciones del sistema. El Estado aparece, pues, no solo como el más importante (incluso el único) elemento de regulación técnica, sino como elemento de racionalización de los intereses dominantes. Tal vez sea el momento de combinar Humanismo y Estado. Para la economía ortodoxa los peligros siempre vienen de la parte baja de la pirámide, por eso las propuestas van siempre encaminadas a ampliar esa base reduciendo salarios y pensiones, eliminando gastos en servicios esenciales e inyectando (curioso verbo) dinero en el pico de la pirámide. Las eléctricas, las petroleras o las entidades financieras han recibido históricamente dinero (del Estado) a raudales. En medio de la crisis el aumento considerable de sus beneficios resulta bochornoso, indigno y provocador. Muy explicable desde la lógica del capitalismo despiadado y rechazable desde una visión humanista y solidaria del mundo. Ahora todos se unen para gritarnos, desde lo alto de la pirámide, que nos pongamos a rezar. Pero nos robaron la fe. Nos robaron incluso los dioses, porque en el capitalismo un solo dios es posible y se llama Dinero. Es la hora de una política que atienda a quienes sostienen con sacrificio y trabajo la gran pirámide. Es la hora de la razón. Los ladridos sonarán intensos, atronadores, pero serán la prueba de una cabalgadura digna, necesaria y restauradora. Es la hora de aplicar al pie de la letra los artículos (mandatos) constitucionales: 1 (estado social de derecho, búsqueda absoluta de la igualdad…); 31 (contribución al sostenimiento de lo público según capacidad económica mediante impuestos progresivos…); 37 (derecho a negociación colectiva…); 47 (derecho a una vivienda digna…), 33 (función social de la propiedad…) o 45 (preservación del medio ambiente). Muchos asuntos importantes sobre los que debe arbitrar el Tribunal Constitucional para que pierda el tiempo en bagatelas tan irrisorias como la suspensión nocturna de la inútil e insolidaria iluminación de escaparates. Es la hora del Humanismo, la hora del Estado. Cuando me refiero a 'Humanismo' tengo muy presentes los pensamientos de Erich Fromm sobre la sociedad de consumo y la relación cambiante entre humanidad y libertad. El estado democrático debe avanzar hasta que el capitalismo se quede ronco de tanto ladrar.
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