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Viva moneda que nunca se volverá a repetir

Martes, 13 de agosto 2024, 02:00

Durante las tradicionales fiestas de San Roque en Llanes, el próximo día 16 de agosto, se celebrarán las bodas de plata del Encuentro Regional de ... Gaiteros. En él se rendirá un homenaje de agradecimiento a don Marcelino Gutiérrez González, que durante años impulsó esta ancestral muestra de la cultura asturiana y de nuestro mundo celta. Él, en su época de joven reportero multimedia, fue una de las almas de Llanes: allí, con María Luz prolongó en María Luz el eco de sangre a que respondía.

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Más tarde se fue a Gijón y, desde el amor y la comprensión a la villa, se hizo de Gijón. Allí desde su profesionalidad, inteligencia y sentimiento movió e innovó EL COMERCIO y fue su director. Condujo la nave con mano firme y mente clara, desde la conciencia de las nieblas y bajíos que hay que navegar para terminar las singladuras. Supo llevar el timón del periódico manteniendo los principios y sorteando los escollos para decir las claras verdades, pero sin cometer ni el pecado de la cobardía que las anula, ni el de la inmoderación, que las convierte en estériles.

Por eso era admirado ya que hizo de EL COMERCIO un periódico no una franquicia, sino un diario en el que la seriedad, la inteligencia y la profundidad se ganaron el respeto de todos, incluso de los perjudicados, porque todos sabemos distinguir entre la acritud y el amor a la verdad. Su acción no solo mantuvo, sino que renovó a EL COMERCIO como perfume de Gijón. De ese Gijón, cuna de la innovación asturiana, que es mezcla del realismo del campesino, de la búsqueda de horizontes que da la mar, del sentido de la contención y del ver la vida con el humor que dan nuestras altas montañas limitadas por la niebla y del liberalismo que da el trato con las gentes varias que vienen por esa mar.

A la vez, al servicio del Grupo, estaba lidiando valientemente un trabajo difícil para la prensa escrita como es el de la transición entre el papel y lo digital que implica dar, intelectual y económicamente, la vida a los dos con el nivel periodístico adecuado y en una situación de gastos crecientes e ingresos dubitativos, lo que exige una gran eficacia y eficiencia. Ello le produce al capitán trabajo y heridas. Y si se tiene valor como él para asumir los problemas y hacer de amortiguador para evitar la presión a los demás, mucho más.

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Quizás por eso, cuando ya veía el puerto de la nueva ciudad de la cultura en la que el venerable papel se hace inmaterial comunicación, muy distinta pero igual, pues solo es mente y palabra que se plasman en imágenes en las almas, un triste día en que septiembre se hizo noviembre se murió de perfil y se hizo viva moneda que nunca se volverá a repetir.

Desde entonces es codirector de EL COMERCIO del cielo. Desde encima del Cerro de Santa Catalina lo hacen a diario los dos solos, él y Carantoña.

No voy a repetir lo que hizo por el Foro Jovellanos ni tampoco por mí como masa madre que me incentivaba a pensar y a actuar. Solo diré que en la primera charla me sentí (experiencia. estudio y años encima sí que tengo) como se debieron de sentir los doctores de la ley al escuchar al Niño Jesús en el Templo: él era la encarnación del buen sentido, de la comprensión y de la defensa apasionada y generosa de sus ideas que se fundamentaban en la búsqueda de una sociedad mejor. Una en la que lo más importante es la felicidad de los más pobres y vulnerables.

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Veía también el porvenir de Asturias no en congelar el pasado sino en avanzar desde el amor a él, la ilusión y la esperanza fundada en el futuro. Por ello creía en los más jóvenes a los que tenemos que darles los mejores medios, los mayores conocimientos y el máximo cariño para que la fuerza les acompañe siempre, hasta en el desfallecimiento.

No voy a reiterar sus conocimientos y amor por Asturias y Gijón, ni tampoco su sabiduría para distinguir entre lo vistoso y lo importante. Por ello. para él, el camino para alcanzar la nueva frontera estaba en la sinergia de todos los que vivimos en nuestra tierra y la amamos por encima de localismos y endogamias. Por ello ante las polémicas y las presiones, directas o solapadas, siempre actuó con dignidad, manteniendo sus principios y sosteniéndolos. Y siempre olvidó posteriormente el rencor.

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Como él está en el cielo me acuerdo del Evangelio de San Marcos que dice: «No todo el que me dice 'Señor, Señor', entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: 'Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros. Y entonces les declararé: Jamás os conocí; apartaos de mí, los que practicáis la iniquidad».

Él no habló, hizo la voluntad del padre que está en los cielos. Por ello si estuviera aquí nos diría: «Haced una Asturias en la que, por encima de las ideas evanescentes que, cuál si fueran pompas de jabón, se soplan periódicamente para hacer vivir a los ingenuos una ilusión que se hace nada, sea determinante el trabajo y la acción que no habla con palabras sino con hechos: Una Asturias que trabaje unida tras erradicar el egoísmo y la envidia que cristalizan en el localismo, el estamentalismo y el servilismo».

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Resumo y termino al decir que Marcelino solo era un hombre digno, leal y fiel a sí mismo que cumplía sus compromisos. Un hombre que sabía y tenía el valor de decir no para después decir sí a la felicidad de todos los asturianos y construir para ella.

Yo adoré su entusiasmo y generosidad, su gran energía intelectual, su capacidad y su sensibilidad, pero sobre todo lo amé.

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