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Incoherencias adiestra y siniestra

La política debiera justificarse a sí misma a través de la lógica,atendiendo, como argumento principal, a la mejora de la vida de la gente y a la búsqueda de la convivencia apacible y de la igualdad

Viernes, 22 de julio 2022

Por qué le sorprende tanto a la derecha que los partidos de la izquierda propongan y ejecuten políticas de izquierdas? ¿Acaso entienden la economía de ... igual manera los socialdemócratas que los neoliberales? La economía es ciencia social que estudia cómo administrar recursos para satisfacer necesidades. Analiza comportamientos relacionados con producciones, distribuciones y consumos. Es, pues, esencial a la hora de organizar la convivencia. Pero no son lo mismo las teorías del liberal Keynes que las de Stuart Mill, teórico del liberalismo progresista, y tampoco éstas se parecen a las del neoliberal Friedman (que tanto influyeron en Reagan y Thatcher). No es lo mismo el conservadurismo (que define Burke) que el socialismo científico de Marx. Hay un humanismo cristiano y un anarcoliberalismo. Hay teorías económicas socialdemócratas, comunistas o, simplemente, progresistas. No defienden el mismo modelo el nobel Paul Krugman (quien ampara la intervención del Gobierno en la economía y el gasto público masivo para salir de la crisis) que Greg Manki (que pide una reducción generalizada de impuestos). En las últimas décadas muchos economistas se inclinaron hacia la izquierda política y económica dejando de lado la desbocada libertad del mercado. Ahora, la economía se centra, preferentemente, en la desigualdad, en sostener el bienestar y en combatir la ineficiencia de los mercados. No se parece lo que proponía el alemán Stéphane Hessel (padre de los indignados) a lo que propone el televisivo Javier Milei, que habla de la superioridad estética y ética de los liberales y propone dinamitar los bancos centrales. Hay otros, como el francés Piketty que antes creía en el liberalismo y hoy grita vivas al socialismo.

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En nuestro país hay dos formas mayoritarias y contrapuestas de entender la política, y por tanto la economía. Existe una visión socialdemócrata y una visión neoliberal. Los ciudadanos esperamos coherencia en ambas posiciones. Es coherente que la izquierda aumente y oriente la cobertura de becas hacia las familias con menos recursos, que fortalezca los servicios públicos, que haga más progresivos los impuestos, que aplique tributos especiales a las grandes empresas financieras y energéticas y que propicie la intervención estatal para procurar la igualad y combatir la crisis. Es coherente que la derecha proponga bajadas generalizadas de impuestos en detrimento (por pura lógica) de los servicios públicos, que priorice lo privado sobre lo público, que se oponga a los tributos especiales a grandes empresas y que conceda becas a familias más que acomodadas que frecuentan colegios privados. Es coherente que la izquierda, en tiempos de crisis, apoye a trabajadores y empresas con modelos flexibles como los ERTE, que aumente el salario mínimo o que proponga un ingreso mínimo vital. Y es coherente que la derecha vote contra los ERTE, contra el SMI y contra el IMV.

Pero ni izquierdas ni derechas están libres de incoherencias, en realidad sus incoherencias definen sus fracasos. Es muy contradictorio que la izquierda tome decisiones atendiendo a presiones de consorcios, gremios u organismos (no siempre democráticos) Los fundamentos ideológicos progresistas, para evitar tiranías económicas o financieras, exigen que se recurra, incluso, a las nacionalizaciones. Es contradictorio que, si gobierna la izquierda, el interés general no prime sobre los intereses particulares, o que el reparto justo de las riquezas no se anteponga a la dictadura de las plusvalías. Es contradictorio que una derecha que se erige en garante de la Constitución la incumpla sistemáticamente. Es contradictorio que esa derecha liberal que rechaza la intervención del Estado llore cada día (cuando no gobierna) exigiendo intrusiones estatales continuas y ayudas económicas a sectores en crisis. Es patético que la derecha liberal levante la bandera de la libertad a la vez que se opone al reconocimiento de nuevos derechos y libertades, y que siga subyugada al poder religioso, y que no termine de renegar claramente del franquismo y sus consecuencias. Es incoherente que la izquierda busque igualdad proponiendo medidas de ayudas indiscriminadas y subidas porcentuales (y no lineales) de pensiones y salarios que aumentan la desigualdad.

La política debiera justificarse a sí misma a través de la lógica, atendiendo, como argumento principal, a la mejora de la vida de la gente y a la búsqueda de la convivencia apacible y de la igualdad. Es de esperar que izquierdas y derechas gobiernen y legislen atendiendo a sus principios fundamentales (que no son los mismos). Después seremos los ciudadanos quienes castiguemos las incoherencias y quienes, libremente, elijamos el modelo político y económico preferido.

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