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Vivienda del siglo XXI

Martes, 10 de diciembre 2024, 01:00

Leo en EL COMERCIO un reportaje de Rafael Francés en que nos cuenta cómo los ovetenses destinan el 24% de sus ingresos de media a ... pagar los gastos de vivienda. Es, según nos narra el propio artículo, una cantidad notable, pero se encuentra por debajo de la media nacional, conforme al estudio que, en todo el país, ha elaborado la agencia Idealista.com, que se ha convertido en la reina de los portales inmobiliarios patrios.

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Es decir, tenemos clara alguna cosa: el esfuerzo de gasto en Oviedo para pagar una vivienda es casi de una cuarta parte de los ingresos; en España es ligeramente superior; la vivienda es un problema y hay ciudades como Barcelona donde se pagan 900 euros por una habitación o como Málaga, donde hay cola para poder arrendar un piso.

La política de vivienda de este país ha sido un desastre permanente y sigue siéndolo. Los sucesivos gobiernos nacionales y regionales han afirmado emprender políticas de vivienda tantas veces como han fracasado en las mismas, por una sola razón, siempre se ha tenido una sola premisa en la mano: sancionar al propietario.

Aún hace escasamente un mes comentábamos en esta misma columna los cartelitos que Covadonga Tomé se dedicó a poner en Oviedo hablando de vivienda con la misma máxima que se lleva tañendo los últimos cincuenta años y que no ha dado resultado. Llamar especuladores a los que tienen una vivienda y compadecerse de quien decide alquilar, como si desease ser tratado como una víctima.

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El asunto es que la ley ha sido más tuitiva para el inquilino, y en principio fue lógico, porque nadie podía tener un contrato y ser expulsado al año o recibir una subida inesperada. Pero eso se llevó al extremo de que ahora, desde hace dos años, nadie puede echar a un inquilino. Como lo oyen, los desahucios están suspendidos por ley. Solo hace falta que el inquilino se encuentre en situación de exclusión social. Y eso, que suena tan fuerte, es que simplemente destine el 30% de sus ingresos a pagar alquiler+ agua+ luz+ comunidad. Es decir, si en Oviedo se destina el 24 % al alquiler y estamos por debajo de la media española, calcula que su inquilino, ese que usted aprecia y con quien se lleva tan bien, está en situación de exclusión y como decida dejar de pagarle, no le echa usted ni legal ni ilegalmente.

Así que los arrendadores no sacan sus pisos al mercado, porque tienen miedo no de los inquilinos, sino de los gobiernos nacional y regional, que en esto de gobernar a golpe de noticia, mañana les dicen que ya no hay que pagar el alquiler. Que el que tiene un piso debe 'solidarizarse' con los demás y dejar de pedir dinero por él. Si tiene que pagar una hipoteca, que se apañe, que para eso es un especulador, y si tiene dos, seguro que es un fondo buitre, aunque aún no lo sepa.

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Y en lugar de gastar el dinero ayudando a los arrendadores, bonificando las rentas del mercado libre (las subidas también están limitadas, porque un día el gobierno se levantó con esa cantinela y volvió a sacar 200.000 viviendas del mercado), ayudando a los propietarios por ejemplo pagándoles un seguro de alquileres o daños, seguimos echando dinero al pozo sin fondo de creer que hay que tratar al inquilino como una víctima del mercado, cuando el alquiler es una opción libre y extendida (en Europa más que la compra) y con esto asustar a los propietarios que, ante el enorme conjunto de riesgos que tiene poner su piso en arrendamiento, deciden dejarlo vacío, hasta que escampe esta tormenta legislativa próxima a la inconstitucionalidad (aunque el Tribunal Constitucional no lo dirá, no teman) e incluso asumen una carga más, que se les cobre más IBI por tener un piso, haberlo pagado, pagar la comunidad y los suministros y no ponerlo en alquiler porque el legislador les ha convertido en su objetivo político.

Así que en Oviedo seguimos al 24 %, que es mucho, pero no es escandaloso. Cuando un día, un gobierno se decida a gastar el dinero en ayudar a los arrendadores, ese día, el mercado de la vivienda cambiará, los pisos se alquilarán, la oferta subirá y los precios bajarán, y los inquilinos serán los beneficiados.

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Pero, para eso, como siempre les digo, hay que decir las cosas claras, no deber flores a ninguna dama y hacer política pensando en el bien común y no en el propio.

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