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El mural moribundo de Alfredo Menéndez

Miércoles, 28 de agosto 2024, 02:00

Ya sabemos que, en esta vida, todo se desgasta con el paso del tiempo: la familia, los amigos, las amantes, la salud… Todo lo que ... un día fue lozano se aja y se deteriora. El tiempo es un puñal afilado, una muela incansable que todo lo tritura y convierte en polvo. Y así, en este atardecer de agosto, que también se va gastando, escribo sobre lo que unos y otros (candasinos y forasteros) hemos ido viendo –con contenido dolor de alma y cuerpo– y que no es otra cosa que el deterioro y la ruina del espléndido y magnífico mural pintado, en una de las paredes de la antigua fábrica de Albo, por el candasín (fallecido hace años) Alfredo Menéndez. En una ruina, digo, como también se han ido convirtiendo las propias instalaciones de esa fábrica de conservas de pescado, marca y fábrica de las mejores 'in illo tempore' de la costa cantábrica, y que en su desastroso estado actual acabará por hacer desaparecer también el mural de Alfredo hasta terminar por dejarlo, para vergüenza de un pueblo, convertido en un escombro para relleno.

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Y no es que el Ayuntamiento de Carreño (que tiene cierta responsabilidad en este caso y por consiguiente debería ser juez y parte) no invierta bastante de su presupuesto en multitud de festivales de todo tipo.

Rara es la semana que en Candás no haya algo de gaita y tambor. Sólo faltan ya los gigantes y cabezudos entre alegres disparos de sidra, mientras la gente quema su economía en gasolina. Candás ya sólo parece traer a clientes de festivales. Y así, de este modo, a muchos de sus ediles se les va poniendo sonrisa de comisión de festejos.

Pero el exceso, (hay que decirlo una vez más) siempre es la respuesta al miedo. Y el querer echar la Casa Consistorial por la ventana es debido muchas veces a una alegría patética.

Mientras, la lluvia y el viento, la desidia de unos y otros y el paso de los años va borrando del mural de Alfredo rostros, miradas, gestos y sonrisas de mujeres y hombres de un Candás marinero del que no quedará ninguna imagen ni huella para la posteridad.

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