La ruta fluvial del Piles

Sus políticos medioambientales dicen que hay que centrarse en mantener intacta la naturaleza de los ríos y sus afluentes para que la flora y la fauna recuperen su ámbito biológico. Pero la verdad es que –dado el correr del mundo- los << paisajes sonoros >>, quiero decir: esos lugares en los que cantan los pájaros, están desapareciendo por culpa de la contaminación de las ciudades, el uso de pesticidas y la elevada huella del carbono. El ecologista acústico Gordon Hempton, (que dio la vuelta al mundo para registrar esos paisajes sonoros) dice que un lugar donde no cantan los pájaros al amanecer es un lugar sin futuro. Y García Lorca va más allá cuando escribe: «La música viene del alma de los pájaros». La verdad es que las primaveras son cada vez más silenciosas sin el canto de los pájaros que conocimos de niños. Y uno ya no está seguro que cuando se vaya de este mundo «se quedarán (como dice nuestro novel Juan Ramón Jiménez) los pájaros cantando».

Ya se estiran poco los atardeceres, pero el paseo nos lleva, a ritmo lento, no a la tienda o al centro comercial, sino hacia ese oro que se acumula, en este caso, en los árboles de ese trecho precioso del parque fluvial con caminos y puentes, bajo los cuales el río Peña Francia se junta con el Piles, ya muy cerca de la mar.