El Albergue Covadonga lleva 36 años realizando de forma encomiable una labor titánica, cuan hormiguina y sin mayores aspavientos, para atender necesidades de esta ciudad ... que, por lo general, no nos gusta ver ni toparnos por las calles. Personas que no se tienen más que a sí mismas y que carecen de un techo en el que refugiarse encuentran allí cobijo y también, por qué no, algo de calor y bienestar. Pero en los últimos años, tras la puñetera pandemia que hizo saltar todo por los aires, y con la salida de las Hermanas de la Caridad de la fundación, el Albergue entró en una crisis de donativos. Se dejaron de organizar actividades (como el tradidicional concurso de villancicos de Navidad) y la subvención municipal seguía siendo escasa y algo tardía. Dejamos de mirar aún más hacia él. Tan es así que, tal y como acaba de advertir la concejala de Servicios Sociales, Ángeles Fernández-Ahúja, el Albergue llegó a plantearse echar el cerrojo al acumular un déficit que superaba los 200.000 euros anuales. El caso es que el Ayuntamiento parece ser que ha sabido reaccionar a tiempo ('rara avis') y acaba de aprobar una inyección de 1,3 millones de euros: 890.000 para el convenio de este año y 410.000 para el déficit que venía arrastrando. Puede que así el Albergue logre salir del atolladero y continúe con su silenciosa labor. Ahora queda adecentar el entorno, tirar el viaducto de Carlos Marx, incrementar las plazas de corta estancia y hacer extensivo este balón de oxígeno a la Cocina Económica. Que no todo va a ser el Mundial 2030.
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