El del vial de Jove es –bueno, a esta altura del partido ya hay que decir era– un proyecto de obra de una complejidad extrema, ... presupuestado en 285,6 millones de euros, con un plazo de ejecución de 59 meses, y donde nada menos que 161 millones (el 81% del dinero) serían necesarios para ejecutar un túnel de poco más de 2 kilómetros. Era –insisto en hablar en pasado– la segunda obra más cara de esa área del Ministerio de Transportes tras el Puente de Cádiz. Suponía un gasto de 114,24 millones por kilómetro, «un esfuerzo fuera de escala», enfatizaba el departamento de Óscar Puente antes de que estallara el fiasco de las infraestructuras. Superaba, incluso, a la mismísima variante de Pajares, que anduvo en los 80,4 millones de euros por kilómetro. ¿Cómo es posible entonces que para la elaboración de este macroproyecto, que suponía todo un reto de ingeniería moderna, se utilizaran datos técnicos de hace treinta años? Y, sobre todo, ¿cómo es que aún no hay dimisiones?
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Tal parece que la trazabilidad que anunció el ministerio para dar con los responsables de este desaguisado y la credibilidad demandada por el presidente Barbón a Puente, quedaron varadas en algún despacho. El caso es que, según la consultora Geoconsult, encargada de analizar el proyecto en el que se sustentaba el vial soterrado para Jove, concluye que con datos actualizados y un cambio en la metodología de construcción el túnel sí sería factible. Frente a todas estas conclusiones, el silencio del ministerio resulta atronador.
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