La muerte de dos personas sin hogar, el pasado miércoles, en las escalinatas de la antigua Casa Sindical, debería avergonzarnos a todos. Como sociedad, como ... ciudad y como vecinos, les hemos fallado y lo peor de todo es que les seguiremos fallando. A las puertas de este mastodóntico edificio, viejo y deficientemente mantenido, que continúa a la espera de una solución por la inoperancia de las administraciones, se refugian varios sin techo de la ciudad. Cada día se les puede ver allí con sus mantas y sus improvisados enseres. A plena luz del día, frente al 'solarón', a la vista de todo el mundo. Están allí a todas horas, pero hacemos como si no existieran hasta que un golpe de realidad, en forma de muerte por sobredosis de metadona y alcohol, nos abofetea en plena cara.
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Han muerto en silencio y en soledad, delante de todos los que no les vemos o no les queremos ver. Han muerto, pero todo sigue igual. El fallecimiento por partida doble no ha impedido que anoche hubiése otras dos personas sin techo durmiendo allí, a la intemperie. ¿Qué más necesitamos para actuar? ¿Más muertes? ¿No son suficientes las dos que ya tuvimos? Las entidades sociales llevan tiempo advirtiendo del aumento de la pobreza y del llamado 'sinhogarismo'. Pensábamos que en pleno 2024 ya no había 'mercado negro' de metadona, que eso era algo de los años 90, pero ahí está, agazapado, oculto, latente, aflorando cuando nadie se lo espera para sacar nuestras vergüenzas sociales a la luz.
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