Tengo de subir (y baxar) al puertu
Con la autopista del Huerna cortada, ahora que ya nos cubre la nieve y aún es otoño, merece la pena preguntarse por qué en tantos años nunca se pensó en proyectar una salida distinta operativa a un lado u otro del concejo de Lena
La autopista del Huerna forma parte de un período de mi vida o, mejor dicho, de las dos épocas, cercanas entre sí, en las que ... di clases en la Universidad de León. Es más: en mi primera estancia, la hoy llamada AP-66 no tenía varios túneles desdoblados; no sólo El Negrón y fui testigo de cómo se iban duplicando; eso sí, pagando a tocateja desde el primer momento. En mi segundo periplo académico en la provincia vecina y para mí tan querida desde niño, la autopista ya estaba terminada, pero, a ojos de profano, seguía siendo tan amenazante como el primer día, por la imponente obra con la que hubo de enfrentarse a formaciones geológicas muy complejas, según los expertos. Y tuve la fortuna de acompañar en un viaje al gran geólogo que fue el rector Marcos Vallaure, que sabía lo indecible de aquel paisaje de alta montaña y de las cadenas que veíamos en el recorrido. También tuve suerte en un accidente contra una escollera de las curvas próximas a La Magdalena, que inicialmente no tenían limitación de velocidad.
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Lo que ha pasado al argayar la ladera no me sorprende, pese a ser ignorante en la materia. La orografía astur es uno de nuestros grandes hechos diferenciales, nunca debidamente valorados, y las comunicaciones con la meseta fueron hasta no hace tanto un verdadero suplicio. Recuerdo, de muy niño, el paso por El Padrún y cómo la carretera a Madrid atravesaba estrechas y edificadas travesías de pueblos y ciudades. El mismo Postigo ovetense, donde sigue el hito kilométrico del 444, es un buen ejemplo de que en aquella época no se vivía mejor precisamente. Todo esto ha mejorado mucho –igual que la comunicación ferroviaria tras la apertura de la Variante–, pero ni hay un plan alternativo decente en caso de colapso, siniestro o accidente, ni la opción del tren es viable, y menos competitiva, si hablamos de transporte de mercancías. Mucho se debatió, al proyectar las vías del AVE, sobre el mantenimiento del antediluviano ancho ibérico como motivo para que pasaran los convoyes de mercancías. De ahí salió la idea (que lleva camino de ocurrencia) del triple hilo y propuestas, aparentemente inconcebibles, de seguir usando la rampa para llevar cargas pesadas a El Musel u otras zonas estratégicas. Pero ya se ve en esta emergencia la utilidad de esos planteamientos con un material rodante digno del Museo del Ferrocarril.
El Puertu Payares está muy bien como itinerario alternativo en días despejados para fines turísticos o para practicar –con precauciones en la carretera– los deportes de invierno. Yo mismo lo utilicé muchas veces en días soleados porque, además, de aquella, desde el campus universitario se salía hacia Asturias más rápidamente que por la autopista, por la llamada zona de los cuarteles. Pero para meter tráfico pesado, junto al de los coches particulares, la infraestructura no da abasto ni seguridad alguna. Y máxime si, como en la canción tradicional, la nieve resbala y lo cubre todo.
Achacar esta contrariedad brutal a los actuales gestores públicos es bastante injusto y máxime en una autopista construida y gestionada por concesionarios. Pero parece una broma pesada el tener que llegar al centro de la región atravesando Lugo o Torrelavega. Y aquí está la censura histórica. Entre la Asturias cismontana y la trasmontana, existen numerosos pasos; puertos de gran belleza, pero incapaces de absorber docenas de camiones y autobuses. El Principado lleva años volcando sus esfuerzos en convencer, sin éxito alguno de momento, a la Administración estatal de comunicar el suroccidente asturiano con Toreno o Ponferrada. Una operación que conlleva un cambio de titularidad de algunos tramos de la red regional para que el Estado ejecute una vía de alta capacidad. Pero ya no hablo de capacidad alta. Le quito el adjetivo, porque hoy, incluso con más nieve que en Pajares y menos maquinaria para retirarla, no parece realista, por ejemplo, pensar en utilizar Leitariegos, Tarna, San Isidro o tantos otros accesos, más para las bicicletas de una prueba ciclista que para que entren o salgan camiones y autocares.
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Ahora, que ya nos cubre la nieve y aún es otoño, merece la pena preguntarse por qué en tantos años nunca se pensó en proyectar una salida distinta, operativa, a un lado u otro del concejo de Lena. Pero no. Carecemos de 'plan B' y, mientras dure esta incomunicación vamos a padecer social y económicamente. Y no poco. En fin, para los viajeros es el momento de que Renfe preste unos servicios impecables, frecuentes y asequibles, que fidelicen a usuarios habituales del bus o del auto propio. De momento, parece que no habrá más servicios diarios. Posiblemente un error o una carencia preocupante. Como también lo sería que, habilitado un estrecho paso provisional en el Huerna, se quisiera mantener el mismo peaje. Una correcta interpretación de la Ley de 10 de mayo de 1972, aún vigente, da pie a sostener lo contrario.
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