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Stop statistics

Un ruego: dosifiquen las estadísticas, dennos un respiro. A estas alturas ya nos hemos enterado de la cruda realidad, de nuestro descalabro demográfico

Leo un día de estos en una portada de EL COMERCIO que uno de cada cinco asturianos tendremos algún grado de dependencia en el 2030, ... es decir dentro de seis años. Al hilo de este dato, recuerdo otro titular reciente que nos anunciaba que en el 2035 uno de cada tres habitantes del Principado (tres, ha leído bien) tendrá más de 65 años. Como de aquí a ese año aún quedan once, más prórroga y penaltis, calculo que por entonces yo formaré parte de ese contingente de personas que el censo clasifica como 'mayores', y al que a buen seguro les cambiarán el nombre y pasarán a llamar 'adultos 2' o 'seniors 1', por aquello de la higiene estadística. Lo digo por dar alguna idea, y para evitar que aparezcamos en los informes con ese triste apelativo de 'tercera edad'. También nos valdría, tirando de inmersión lingüística, pues por entonces estaremos ya plenamente liberados del fastidioso castellano universal, la clasificación como 'vieyinos' o 'güelinos', que suena más cariñoso. Paisanos y paisanas con los bolsos llenos de alpiste para dar de comer a las palomas; directores de obra virtuales, pendientes de cada encofrado, cada grúa en movimiento o ladrillo mal enfoscado, allí, tras las vallas.

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Recuerdo al mismo tiempo otra estadística de hace poco que nos informaba de que uno de cada seis asturianos estaba en lista de espera médica, y que éstas habían aumentado un 50% en relación con el 2019. Hablar del 19 es lo mismo que decir muy lejos y muy cerca, pues a pesar de que lo vivimos hace poco, han pasado muchas cosas en la sanidad desde entonces, a decir verdad. En todo caso, si tenemos en cuenta que por una cuestión de elemental naturaleza, una persona requiere más atención médica a medida que se va haciendo mayor, el cruce de este dato con los antes citados de la edad no resulta muy tranquilizador, para qué negarlo. Llámenme cobarde si quieren, pero a mí este asunto me tiene preocupado. Y si hacemos caso a los que auguraban que Asturias avanzaba hacia los 600.000 habitantes, apaga y vamos.

Otras estadísticas nos dan cuenta del problema de los 'seniors', que son aquellas personas por encima de los cincuenta que encuentran cada vez más dificultades para tener un trabajo. Este asunto no se da sólo en Asturias, bien cierto es, sino que afecta a toda España y por extensión, a otras sociedades occidentales. A los 'seniors', por mucho currículum, experiencia y méritos que traigan a su espalda, no nos quieren ni en pintura, no vaya a ser que no encajemos, o vengamos ya maleados. De sueldos, horarios y demás condiciones laborales, ni hablamos. Quiero decir con esto, que a los del alpiste y la dirección de obra hay que sumarles otro colectivo, invisible para muchos, pero real y asfixiante como la vida misma, al que no le queda más que sentarse en los bancos de los parques a ver la vida pasar. Pre jubilados virtuales que, renegando de su mala suerte, esperan pacientemente a llegar sanos y salvos hasta el tercio de combatientes de 67 o más.

Siento darles la mañana, pero si a todo lo anterior sumamos otras estadísticas, como las de los jóvenes que han de irse de Asturias a buscarse las habichuelas y están empadronados ya en otras comunidades (18% en 2022), o la de los que andan por aquí, pero no tienen trabajo, en torno al 50% de la bolsa laboral, pues ya tenemos nuestro informe médico en un sobre A4, la elocuente radiografía social, la aplastante realidad: viejos, solos y rezando por permanecer sanos.

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Supongo que quien haya tenido la paciencia de leer hasta aquí pensará que hoy me he levantado con el pie izquierdo, y puede que tenga razón. Por lo general intento ver la botella medio llena, y no profundizar demasiado en lo que hay en ella, aunque huela antes de catarla. No obstante, y siguiendo con lo de las estadísticas, circulan por ahí otras mucho más pesimistas, rayando la distopía; si no me creen, tecleen en Google 'informe CC OO jóvenes Asturias' y verán cómo duermen esa noche, la de vueltas que van a dar.

Dos ideas propongo, al hilo de todo esto, para paliar preocupaciones y angustias. En primer lugar, sugiero que se invente cuanto antes el concepto estadístico de la 'cuarta edad', pues eso solucionaría muchas cosas, y aportaría un gran chute de moral a los de la edad tercera; ese umbral que vamos ya vislumbrando los 'baby boomers' a lo lejos, de forma inevitable. La segunda es casi un ruego: dosifiquen las estadísticas, dennos un respiro, dulcifiquen un poco el dato. A estas alturas, ya nos hemos enterado de la cruda realidad, de nuestro descalabro demográfico. Edulcoren por tanto el frío número y velen por la moral del ciudadano. Esto de la despoblación ya no lo arreglan ni los de un lado, ni los del otro, por mucho que quieran andar salvando patrias. De modo que prevengan nuestra capacidad de análisis, enarbólese un 'stop statistics' en esloganes y pancartas, y sigan colocando árboles que, como orejeras, impidan ver la fotografía panorámica, el sombrío paisanaje asturiano.

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