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Contra la prostitución

Miles de ciudadanos corrientes violan a esas mujeres a sabiendas de que son esclavas

Viernes, 29 de octubre 2021, 22:36

El debate en torno a la prostitución ha vuelto al primer plano de la actualidad. Esta vez por la intención de quienes gobiernan de elaborar ... una ley integral contra la prostitución. Hay posturas, sin embargo, en los ámbitos políticos de la izquierda que se inclinan más por la regulación que por el abolicionismo. La ley prometida incluiría sanciones a la demanda y persecución penal tanto del proxenetismo como de la tercería locativa. También recogería políticas para la articulación de salidas dignas para las víctimas. Una vez más la prostitución exige reflexión y debate. En el horizonte, el modelo nórdico, que criminaliza a los compradores y descriminaliza y ayuda a las prostitutas, modelo adoptado por países como Suecia, Noruega, Finlandia, Francia, Irlanda del Norte o Canadá. Otros países apuestan por la regulación, como Alemania, Grecia o Países Bajos. Y muchos son los países que practican la negación.

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Hay muchas formas de abordar el debate, muchos aspectos a tener en cuenta, numerosas circunstancias a considerar. Me interesa especialmente la relación que yo creo que existe entre machismo y prostitución. No hay duda de que una de las causas del machismo (no la única) es la cosificación de la mujer, aprendida por el hombre desde bien joven ante la circunstancia de una prostitución consentida, y no pocas veces fomentada, por los diferentes entornos familiares, ambientes sociales y círculos culturales de todas las clases sociales. Esta cosificación implica la idea de la mujer como ser inferior, cosificado para el deseo del hombre. La mujer es usada de manera permanente a lo largo de los siglos para una función que no sólo la convierte en objeto, sino que la inhabilita social y moralmente. Hay quien intenta diferenciar entre el 'ser mujer' y su 'cuerpo' para, de esta manera, justificar desde una supuesta libertad el hecho de que una mujer pueda venderse voluntariamente. Se trata de argumentos platónico-cristianos rancios e ingenuos, pues no hay seres humanos sin cuerpos. La mayoría de estas mujeres son esclavas (extranjeras engañadas, secuestradas y amenazadas; miserias humanas hundidas en la dependencia de las drogas; personalidades débiles y quebradas por desengaños y abandonos o personas sin recursos mentales atenazadas por violentos proxenetas) ¿Cuántas mujeres han sido realmente libres en el ejercicio de su prostitución a lo largo de los siglos? Kant definía la libertad como la facultad que aumenta la utilidad de todas las demás facultades. Él sentó las bases de lo que iba a ser un pilar fundamental en el reconocimiento de los derechos humanos, al señalar como objetivo incuestionable para la protección del ser humano el que éste se constituya siempre en un fin y nunca en un medio o herramienta para él o para otros. En base a este pensamiento se condena la esclavitud y nuestra sociedad no permite que nadie sea esclavo, aunque manifieste su deseo de serlo.

Las prostitutas son humilladas cada vez que se ven obligadas por sus circunstancias a convertirse en la herramienta del placer de un hombre. Y claro que también hay domicilios donde existen esposas esclavas que entregan su cuerpo para el placer del marido por miedo, por incapacidad para la rebelión, por falta de recursos mentales o por múltiples y complejas razones que aquí no se pueden tratar. Lo que quiero apuntar es esa relación entre el consentimiento social y familiar de la prostitución y la cultura machista. ¿No habéis oído relatar, con frecuencia, entre carcajadas y muecas de fanfarronería, a algunos hombres su experiencia adolescente con una prostituta? No estaba el problema en los esclavos sino en la propia circunstancia de la esclavitud y en los esclavizadores. Está plagado de centros donde se esclaviza (cosifica) a la mujer, pero hay miles (quizá millones) de ciudadanos corrientes que violan a esas mujeres a sabiendas de que son esclavas. Estamos ante una de las hipocresías más sobresalientes de nuestra sociedad. Mientras perduren en nuestra conciencia social falsos y perversos valores como éste, será imposible eliminar del mundo la cultura machista.

La mejor lucha contra la prostitución (y por tanto contra el machismo) debe hacerse desde la sinceridad y desde la transparencia. Primero se habla de legalizar, para así (dicen los partidarios de la legalización) controlar, analizar con justicia y conseguir después la dignificación y la libre elección. Una hipocresía más de nuestra vana, decadente, artificiosa e ilusoria sociedad.

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