Hasta hoy al mediodía, no hay certeza absoluta, aunque las probabilidades son altísimas, sobre quienes serán los nuevos gobernantes municipales de Gijón. Aunque como dice ... el refrán «consejos vendo y para mí no tengo», sugeriría a la nueva alcaldesa y compañía que no sean 'adanistas', que el mundo no empezó cuando cogieron el bastón de mando, y que no hay un gobierno precedente tan malo que no haya hecho alguna cosa buena. También les aconsejaría que ¡por favor! no más proyectos y planes grandiosos de los que ya hay y nunca se ejecutaron. Que cuiden lo 'micro', lo pequeño y que puede hacer más agradable la vida de la gente, y se olviden de expresiones como las 'eco-macro-manzanas' y los ejes estratégicos. Y, por último, para entrar en el tema del artículo, no traten de volver literalmente a lo anterior de lo anterior, es decir al pasado antes del mandato de Ana y Aurelio, sino enderecen, arreglen lo que los últimos gobernantes han hecho.
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He leído hace unos días que el nuevo gobierno de Foro y PP volverá en veinte días al Muro de los cuatro carriles anterior a la pandemia, mientras deciden qué se hace con el paseo. Ya se sabe que el proyecto de Foro es soterrar el tráfico, por lo que, sabiendo lo que duran las obras en Gijón nos podemos arriesgar a tener un socavón junto a la playa durante cuarenta años. El del PP no está muy claro, pero consistiría en una plataforma única, lo que podría coincidir con el proyecto del PSOE, y dos carriles. Pues bien, mientras lo piensan y piensan, me parece una barbaridad esa vuelta provisional al Muro del 2020 anterior a la pandemia. Quitar espacio peatonal en pleno verano para que haya coches que puedan ir más rápido al atasco, es una aberración.
En vez de esa vuelta provisional, reaccionaria y que muy poca gente de a pie creo que comparte, la intervención en el Muro sería, como hubiese sido lo lógico cuando se restituye el doble sentido, cambiar el carril bici de lado para evitar esas curvas y esos cruces tan sorprendentes como peligrosos. Los vehículos de ida y vuelta, por un lado; los peatones, corredores y ciclistas por otro. No reducir el espacio peatonal y así, esperar hasta la solución definitiva, que debería ser acordada y consensuada por una amplia mayoría, olvidando por una vez las decisiones a la trágala que tanto perjudican a la ciudad.
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