Hay lógicas lejos del alcance del vulgar mortal, solo aceptadas cuando se disfruta el logro postrero; pasa con la lógica difusa 'tipo Ayuso'. Su intuición, ... análisis y síntesis, me superan; me sorprende el altruismo becario con quien no necesita, el afán por abrir hospitales de campaña compatible con campañas que arrasan la sanidad y urgencias públicas, la doble vara liberal que avala su intervencionismo ante el ajeno liberalismo o la justificación para que legisle su mayoría mientras resulta objetora ante la ley de una mayoría ajena. Acaso usted la crea rebelde sin causa, pero le sobran motivos; si piensa así, se equivoca, revíselo. Rebelde con causa, por genética y porque el mundo la ha hecho así; vino a este mundo fugaz para pasar a la posteridad. Su último gesto: mantener la luz del escaparate, quizá la subvencione o financie el aire acondicionado callejero para combatir el decreto bolivariano que nos sueña a oscuras, apagados, en casa, sin movernos. En tiempos duros Ayuso sabe que las luces callejeras deben seguir encendidas, son un bien de utilidad pública, como los bares en la pandemia.
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La expresión de la España cañí, la 'Libertad guiando al pueblo', profetisa del S. XXI, tuvo una visión: eran los nuevos templos donde saciar la sed física y espiritual; ahora recrea el 'Mito de la Caverna'; sabe, por experiencia propia, que cuando faltan luces personales no queda otra que mantener encendidas las que guían a la felicidad. Podrá estallar la inflación, faltar ideas, explotar España pero, en tal caso, que nos quiten lo bailao y encuentren tomando algo con luces de fiesta; quizá todo se vaya a la mierda, pero vayámonos con el puntín y ropa de estreno. Cuando las luces humanas son de bajo consumo, conviene elevar el consumo de las luces de colores. Esperemos el momento con traje nuevo y corbata opositora.
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