Espero que el presidente del Principado y el consejero de Industria no se enfaden cuando lean estas líneas, el primero en una cruzada contra los ... pesimistas y el segundo repitiendo el mismo discurso en todas partes invitando al optimismo que él predica. Pues ni pesimista ni optimista. Hoy siento ser escéptico. Y ojalá me dé tiempo a ver con mis ojos las palabras y los estudios de hoy para inclinar la balanza de mis sentimientos hacia un optimismo desbordante.
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El viernes tuvo lugar en Avilés un acto importante, presidido por el secretario general de Infraestructuras, Xavier Flores, para la presentación del estudio informativo de la integración ferroviaria en Avilés, acompañada en esta ocasión -quizás la novedad más importante- del inicio de la tramitación administrativa, o lo que es lo mismo, el arranque de esa pesada maquinaria que nos conduce a la larga marcha para la que necesitaremos años y años de desarrollo, espera y paciencia. Este periódico ofreció ayer sábado una completa y exhaustiva información al respecto, por lo que no hace falta entrar en más detalles.
Lamento mi escepticismo, pero no hay argumentos en este momento para tratar de inventarme otro estado que no esté sustentado por el conocimiento empírico de las experiencias. Hace 27 años que el PP llevó en su programa electoral el soterramiento de las vías del tren de Avilés, proyecto que en aquel momento, por cierto, el PSOE calificó de inviable.
Desde entonces hasta aquí, uno ha asistido hasta personalmente a presentaciones como la del Secretario de Estado de Planificación e Infraestructuras del Ministerio de Fomento (PSOE, Gobierno de Zapatero), Víctor Morlán Gracia, que en 2008 llenó la pantalla del salón de actos del Palacio de Camposagrado de infografías, planos y fechas para afrontar definitivamente la gran obra por la que esta ciudad venía suspirando para alumbrar ese nuevo Avilés que debe recuperar definitivamente la ría como su gran activo de desarrollo.
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Tras él vino la ministra Ana Pastor (PP, Gobierno de Rajoy), que por primera vez habló de que el AVE llegaría a Avilés, lo que no dejó de causar una cierta perplejidad porque no estamos aquí acostumbrados a este tipo de apuestas. Y tras ella llegó Íñigo de la Serna (PP, Gobierno de Rajoy 2016-2018) -por favor, ¿dónde están los políticos de esta categoría en el panorama nacional, incluido el PP por supuesto, que falta le hace?-, quien en septiembre de 2017 se abrió a un grupo de trabajo de las tres administraciones para concretar la integración ferroviaria de Avilés.
Y ahora nos presentan una nueva propuesta, sustentada, eso sí, en el inicio de un proceso administrativo que, como siempre, nos añadirá más canas a las que ya hemos ido acumulando de tanto esperar. ¡27 años!
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El presidente del Principado inició prácticamente su discurso el pasado jueves en Oviedo, en la jornada de demostración de la Asociación Empresarial de Tecnología de Asturias para el Desarrollo de la Industria de la Defensa, con esta frase: «El pesimismo no sólo está sobrevalorado, sino que tiene una gran ventaja sobre el optimismo: que no caduca».
Como frase, chapeau para su gabinete de comunicación. Impactante. Pero es falsa. El pesimismo, salvo que hablemos de una enfermedad, surge, por ejemplo, cuando en Avilés nos siguen presentando proyectos de futuro para solucionar una demanda justa de hace ¡27 años! sin que hasta ahora se haya pasado de la fase de estudios y promesas, o casi. El pesimismo viene cuando el consejero de Industria -¡de Industria!- afirma la pasada semana en unas jornadas organizadas en Ciaño (Langreo) por la Fundación Juan Muñiz Zapico, que lo importante para las cuencas es «estar bien comunicadas con Oviedo, Gijón y Siero, porque ahí es donde están los motores y el futuro de Asturias».
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¿Pesimistas? Desde luego, optimistas por decreto, no.
Por el contrario, ha habido esta semana dos noticias que nos hacen ser muy optimistas en esta ciudad. Deberían serlo para toda Asturias, pero ya sabemos que aquí siempre jugamos en una categoría inferior respecto a otros territorios. Un dato histórico y objetivo, lo que alimenta la decepción y el pesimismo. Qué le vamos a hacer.
Por un lado, el Ministerio de Ciencia e Innovación acaba de comunicar que Avilés, el Centro Niemeyer, será la sede de la entrega de los Premios Nacionales de Innovación y Diseño 2023, con la presencia de los Reyes de España, tal y como le comunicó oficialmente la ministra de Ciencia e Innovación, Diana Morant, a la alcaldesa de Avilés, Mariví Monteserín.
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Y como nada es por casualidad, esa decisión viene a confirmar que Avilés, paso a paso, se ha convertido en un referente nacional e internacional gracias a la suma de una serie de centros tecnológicos, en el que el de ArcelorMittal, Idonial o proyectos como el de la Manzana del Acero nos sitúan en el 'goggle maps' de la innovación, además del empuje ya conocido de líderes mundiales por sí mismos, a título personal, y también en sectores como el de las energías renovables o el de servicios avanzados a las empresas. Si hay algo que convendría destacar del acto del viernes sobre la integración ferroviaria es que, por fin, debería acelerar la aprobación del plan especial sobe la Isla de la Innovación, de forma que se convirtiera en ese gran polo de atracción de nuevas empresas y proyectos tecnológicos que habría que buscar. Ya no hay disculpa. A ver si la Corporación municipal lo entiende así.
Y para redondear el optimismo basado en datos, no en ensoñaciones, esta semana hemos conocido también que el CIFP de Avilés ha sido escogido como uno de los 44 centros de excelencia de FP de España para desarrollar su propuesta sobre 'Ciberseguridad en la industria 4.0', dotado con casi novecientos mil euros. Por fin, un dato de justicia para la FP de Avilés, tantas veces ninguneada pese a las promesas oficiales.
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Datos objetivos, estos sí, para el optimismo.
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