Vidas de 30 segundos
Los resultados que cada año se publican sobre los unicornios del Ibex demuestran no un fin de ciclo, sino un final de la teoría misma del ciclo y de la autorregulación del mercado
He estado echando un vistazo a los sueldos de los responsables, presidentes ejecutivos –o CEO, como les gusta llamarse ahora– de las mayores empresas de ... nuestro país. Cada año se hacen públicas sus cuentas y nos enseñan sus beneficios o pérdidas (si las hubiera), así como sus retribuciones. Por transparencia, claro, y también para que los ciudadanos 'normales' sepamos a cuántos miles de años luz de distancia están nuestras vidas de aquellos que las dirigen. A millones, en realidad.
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He utilizado la palabra 'dirigir' y no otra porque dirigir, en la mayoría de sus acepciones, es lo que estas empresas hacen con nuestras vidas. De hecho, debido a las decisiones que toman nuestras existencias mejoran o empeoran y, últimamente, no sé qué impresión tienen ustedes, me parece que cada día desmejoran un tanto.
Además de los beneficios y las subidas o bajadas de las retribuciones de los jefes de estas compañías, también se publican los sueldos medios de los empleados y estos, he de reconocer, me han dejado pasmada. Las cifras son, en general, desorbitadas. Supongo que no han ponderado bien los montos ni han aplicado el peso adecuado a cada cargo ni han tenido en cuenta otro tipo de variables que afectan al resultado final de la estadística publicada, porque no se entiende. Tengo la sensación de que han hecho lo del famoso pollo que tan a menudo se utiliza cuando se quiere dejar en entredicho una encuesta. Me explico. Yo me como un pollo y usted ninguno, pero si hacemos la media (sencilla y barata), nos hemos comido medio pollo cada uno.
Así, nos encontramos con sueldos medios de 83.000 euros en una compañía energética como Iberdrola o 79.000 en el BBVA; 61.000 euros en Acerinox y 50.000 en ACS. Como digo, esto tiene que deberse a que son sueldos ejecutivos, porque no creo que un operario corriente, sea oficinista o esté a pie de obra, cobre estas cantidades. Que si es así y estoy equivocada, por favor, mándenme un correo electrónico y díganme dónde apuntarme.
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En fin, que sea como fuere, lo que siento cada año al leer estos datos es desánimo y un mal presentimiento. «Si la economía va bien, el país va bien», dicen algunos sin especificar a qué tipo de economía en concreto se refieren. No estoy de acuerdo con ellos. Quizá eso fuera así en otro tiempo en el que los típicos modelos cíclicos económicos se podían aplicar con facilidad, pero no hoy. Al presente, los ciclos están corrompidos. El proceso de crecimiento económico puede ser continuo e incluso puede no verse interrumpido, pero me temo que la acumulación del capital ya no lo mantiene porque no se cumplen los requisitos necesarios para que así sea. Aumenta la producción y los beneficios empresariales, pero no los salarios y la renta per cápita, lo que hace que el consumo se reduzca. Es de sentido común. De cajón. Evidente. Y quien no quiera verlo, que no lo vea, pero los resultados que cada año se publican sobre los unicornios del Ibex demuestran no un fin de ciclo, sino un final de la teoría misma del ciclo y de la autorregulación del mercado, puesto que es incapaz de un autoequilibrio que lleve a un aumento del empleo y del salario justo y equitativo para que el consumo no caiga y el sistema global se sostenga. Para que, de manera sencilla y llana, todos podamos cobrar dignamente por lo que hacemos, por nuestro trabajo, y con ello vivir. Evitar que la sociedad acabe convertida en un mundo de extremos peligrosos formada solo por ricos y pobres, amos y esclavos, sin clase media real más allá de la llamada aspiracional, que cree existir porque el algoritmo y el sistema le dice que existe, pero que no vive más allá de los 30 segundos que dura su vídeo de TikTok.
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