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GASPAR MEANA

Que vienen los chinos

Lo que tenía que ocurrir está ocurriendo y el capital chino se apodera del mundo. Y sin necesidad de conflictos bélicos, sino a través del comercio pacífico

Viernes, 17 de septiembre 2021, 20:49

Decía un hombre viejo de mi infancia que predecía la lluvia por el vuelo de las cornejas que lo que ha de ocurrir ocurrirá. China ... es el país más poblado del mundo, con más de 1.400 millones de habitantes, a pesar de una restrictiva política de planificación familiar desde 1979. Hay once millones de emigrantes chinos. En nuestro país son cerca de ciento setenta mil. China es la primera potencia económica mundial en términos de paridad de poder adquisitivo. Hay en China cincuenta y seis grupos étnicos y se hablan trescientas lenguas, aunque el mandarín es el idioma más hablado. Es frecuente escuchar en las tertulias de cada día la alusión al poder creciente de los chinos en el mundo traducido a términos como apoderamiento económico, primacía de todos los mercados o, simplemente, invasión. ¿Pero es nuevo el poder de los chinos en el mundo? Por supuesto que no. Entre 1405 y 1433 China envió a Occidente siete expediciones al mando de Zheng He compuestas por trescientas naves gigantes (ciento veinte metros de longitud, siete mástiles y cuatro cubiertas) con una tripulación de veintiocho mil hombres. Llegaron a la desembocadura del Orinoco, estrecho de Magallanes, Golfo Pérsico, Maldivas, Mogadiscio y otros muchos lugares. Su idea era rodear el continente africano y entrar en Europa por el Mediterráneo. Pero murió el emperador Yongle y su sucesor ordenó el regreso de la flota. Esto ocurrió unas décadas antes del viaje de Colón. China, a principios del siglo XV, estaba tecnológicamente preparada para llegar a cualquier parte del mundo. Tenía un comercio terrestre muy bien establecido con África e incluso con Europa, cuya capital comercial era Venecia.

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De haber concluido aquella ingente expedición a Europa sin duda el curso de la historia del mundo hubiera sido muy diferente. Vuelvo al refrán. Tal vez aquello que tuvo que ocurrir y no ocurrió, seiscientos años después, está ocurriendo. Refranes aparte, lo cierto es que no hace mucho el presidente de China, Xi Jinping, citó el nombre del almirante Zheng He, y no fue casual que lo hiciera. Lo hizo en el Foro de la Franja y la Ruta, un evento en el que delegados de más de una centena de países se reúnen en Pekín para discutir proyectos de infraestructura financiados por China en todo el mundo. Habló de Zheng como uno de los pioneros chinos que entraron en la historia no como conquistadores, con buques de guerra, armas o espadas, sino como emisario amigo que construía puentes para la paz y la cooperación entre Occidente y Oriente.

China camina inexorablemente, paso a paso, hacia una victoria sin paliativos en la disputa geopolítica y reafirma cada año su supremacía en el escenario global con la construcción de puertos y carreteras en países de África, Asia y América Latina, y con una poderosa apuesta inversionista que abarca a todos los países del mundo. Aquello que el aventurero Zheng He dejó pendiente se está produciendo ahora. Lo que tenía que ocurrir está ocurriendo y el capital chino se apodera del mundo. Y sin necesidad de conflictos bélicos, sino a través del comercio pacífico. Europa se está desindustrializando y convirtiendo en un gran museo para los asiáticos. Europa vende su pasado y China lo compra todo, incluido el pasado de Europa. En el año 2000 unos diez millones de chinos visitaron Europa. En el 2030 se calcula que la cifra será de cuatrocientos millones.

No veo esta realidad como una amenaza, sino como una oportunidad. Ninguna cultura, ni siquiera la de los invasores o colonizadores, es la misma después del encuentro, sea éste pacífico o violento. El encuentro entre una sociedad cristiana o musulmana con otra sociedad comunista que bendice el ateísmo y que, sin embargo intenta recuperar aspectos del confucianismo para armonizar tradición y estabilidad política sin duda va a conformar una cultura nueva, imposible ahora de imaginar. Tampoco se pudo en su momento imaginar el resultado de la fusión de la cultura griega con la romana, o el de la cultura cristiana con las culturas indígenas. Muchos fueron los dioses que a lo largo de la historia huyeron con el rabo entre las piernas para refugiarse en las bibliotecas o, simplemente, desaparecer. Todo es tránsito y esa sí que es una ley imperecedera. Nada es lo que parece. Lo sabía bien aquel hombre que predecía la lluvia en el vuelo de las cornejas.

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