Música clásica para la merienda

No era la primera vez que los seis alumnos de la Escuela Internacional de Música de la Fundación Princesa de Asturias que ayer actuaron en la plaza de la Catedral lo hacían ante los espectadores, pero nunca antes su público se había sentado a menos de un metro de distancia, en un sofá o butaca y con un café en las manos. «Siempre es tan rígido» subirse al escenario en un auditorio que, ayer, la violonchelista Esther Martínez disfrutó como pocas veces. María González después de interpretar parte del Cuarteto de Mozart para oboe experimentaba la sensación del «olor de un libro nuevo» ante un público entregado.

Se sentó en las butacas que la fundación dispuso en cada uno de los seis pequeños escenarios donde otros tantos solistas se subieron para ofrecer 'micro-conciertos' de cinco minutos de forma simultánea.

Los responsables de la escuela escogieron a los intérpretes en función de sus estudios, con el objetivo de que hubiera un representante de cada especialidad. Los alumnos llegaron el miércoles a la ciudad y ayer se estrenaron ante un público «muy reactivo», alabó Pierre Fontenelle que tenía la impresión de que quienes le escuchaban atentos y le aplaudían tenían «ganas de descubrir».

Algunos eran sus compañeros como José Fraguas, Alberto López, Gerardo Fernández, Roberto Losada y Miguel del Pozo pero la plaza de la Catedral ayer por la tarde se llenó de ovetenses curiosos y de turistas sorprendidos por la iniciativa, de niños y mayores.

Con sus ocho años Marta Valderrábano reconocía que le había «gustado mucho» como tocaban los músicos. A Natalia Álvarez, cuya sobrina de 12 años estudia en la escuela, le parecía una «mezcla sugerente tomar el cafetito escuchando música clásica», aparte de una forma de acercarla «con tanto gusto» a la ciudadanía.

La directora de la Fundación Princesa de Asturias, Teresa Sanjurjo, agradecía la «buena participación» del público que contribuyó a que ocurriera algo «muy bonito» ante la Catedral.