El fuego deja a veinte familias de Oviedo sin casa
El incendio en el almacén de un bazar chino de Pumarín obligó a desalojar ocho bloques de viviendas
Gonzalo Díaz-Rubín
Viernes, 10 de febrero 2017, 03:05
Un incendio destruyó ayer el bazar Mao Sheng, en el número 36 de la avenida de Pumarín, causó daños en una nave colindante y obligó a desalojar por precaución ocho bloques de viviendas entre los números 32 y 42 de la citada calle y del 3 al 7 en su paralela, Luis Braille y dos casas unifamiliares existentes en el interior del propio patio de manzana.Casi todos pudieron regresar a sus hogares a media tarde. Las veinte familias residentes sobre el bazar, en el número 36, no pudieron entrar en sus casas al quedar el edificio muy dañado por las llamas. El Ayuntamiento realojó a ocho en hoteles y el resto pasaron la noche con familiares o amigos.
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Todo comenzó alrededor de las nueve de la mañana. Cuando pasaban apenas unos minutos, al concejal socialista Diego Valiño empezó a vibrarle el móvil. Estaba sentado, asistiendo a la reunión de la comisión especial de Sugerencias y Reclamaciones, cuando un mensaje de Whatsapp le alertó de un incendio junto a su domicilio. En camino hacia la misma zona se encontraba ya su compañera Ana Rivas. Acababa de dejar a su madre en casa para llevar a su hermana al trabajo y dirigirse luego al Ayuntamiento, cuando su celular comenzó a sonar de forma insistente. Aparcó, contestó a la llamada y dio media vuelta para ayudar a poner a salvo a su madre, aun convaleciente de un ingreso hospitalario. Antonia García escuchó varias «explosiones» y se asomó a la ventana pensando que se trataba de una obra o de una colisión de tráfico. Vio «como la uralita saltó toda para arriba». Minutos después, una columna de humo negro y denso y de más de setenta metros de altura se hizo visible desde casi cualquier punto de la ciudad.
Los bomberos sufrieron para controlar el incendio. La abundancia de material combustible, su naturaleza con muchos plásticos y la propia uralita que protegía el techo del tejado y el lugar donde se originó, en el almacén situado en un patio de manzana en la trasera del bazar, se aliaron para complicar la extinción. Los funcionarios tuvieron dificultades para acceder al interior el local estaba cerrado por una persiana metálica y, una vez dentro, para trabajar.
Dos nodrizas y el vehículo primera salida llegaron al lugar a las 9.11 minutos. Los agentes penetraron en el bazar, mientras efectivos de la Policía Local procedían a cortar la calle, acordonar la zona y a evacuar los edificios colindantes, de donde rescataron a un mujer, de noventa y tres años de edad, ligeramente intoxicada y nerviosa que atendió el personal sanitario en una peluquería próxima. Fue la única víctima.
«Fue muy serio», resumió el concejal de Seguridad, Ricardo Fernández, dos horas después cuando el fuego se dio por extinguido. Los bomberos salían dando tumbos del local, cubiertos de humo negro y empapados en busca de nuevas botellas de oxígeno. Un total de veintidós efectivos del servicio, reforzados por 9 más del 112, emplearon más de 20.000 litros de agua y 300 de espumógeno en la extinción. «Lo han dado todo para evitar la propagación», insistió el concejal.
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Lo lograron. Tan solo la nave colindante resultó dañada por las llamas y parte de la estructura se vino abajo como consecuencia del incendio, pero el fuego no avanzó más allá. Los almacenes situados en la trasera de los números del 38 al 42 habían sido vaciados de material combustible por orden de los bomberos. Sin embargo, no pudieron proteger la estructura del edificio. Todos los vecinos pudieron regresar a sus casas a primera hora de la tarde, salvo los residentes en el número 36. El inmueble «está muy afectado, lleno de humo y no tiene luz», informaron fuentes municipales tras la inspección de los técnicos.
La Concejalía de Atención a las Personas dispuso un servicio especial en la unidad de trabajo social de la zona para atender a las 20 familias afectadas. Al cierre de esta edición, el Ayuntamiento seguía buscando alojamiento para algunos de los vecinos, mientras que otros optaron por quedarse en casas de sus familiares.
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Todo sucedió en el interior del patio de manzana, lejos de la vista de los centenares de ovetenses que siguieron la intervención desde los jardines de la calle Piñole. Allí también estaba, acompañada de su familia, la dueña del negocio siniestrado. Zhangfen Ruan explicó que «estábamos en casa todavía» cuando se originó el incendio. «No sabemos qué ha asado», comentó nerviosa.
Otros testigos, como Javier Fernández, referían que por la puerta del local salieron dos grandes columnas de humo y llamas minutos antes de las nueve de la mañana y que «después quedó como tranquilo». Desde su casa, en el número 38, Antonio García escuchó a eso de las nueve de la mañana «varias explosiones» y abandonó el edificio por precaución, cuando lo hacía, vio «volar la uralita por encima del sexto piso».
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Lo que siguió a esa explosión fue una lengua de fuego que lamió las traseras de los edificios de Luis Braille y cubrió de humo y hollín las fachadas traseras de los números 34 y 36 de la avenida de Pumarín, las que resultaron más dañadas por el fuego, y una columna de humo negro visible desde casi cualquier punto de la ciudad. En el interior del patio de la manzana, la nave almacén ardió hasta consumirse. Las llamas también afectaron a la colindante, en la trasera del número 40, que se derruyó parcialmente y durante un rato los bomberos temieron que pasase a las cocheras situadas debajo. Las llamas también hicieron estallar ventanas de pisos de Luis Braille y de la avenida de Pumarín.
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